07:26 am suena la alarma del despertador, esta ha sonado unos minutos mas tarde de lo normal, -maldita alarma nunca suena a la hora que se le pone-hubo un apagón anoche quizás; saltó de la cama como un soldado que va a la guerra, tomó una ducha rápida, me visto, no hay tiempo para combinar camisa, pantalón y corbata, salgo despavorido para el trabajo, a dos cuadras la mente me juega una mala pasada, las neuronas me recuerdan que he olvidado mi teléfono celular, -maldita sea-digo en mis adentros, regreso por él, llego a la parada del autobús y éste ya ha partido, no me queda mas que esperar el siguiente.
08:37 am las piernas no me alcanzan para llegar al trabajo, siento una desesperación, los zapatos suenan mas de lo normal al tocar la acera, siento un dolor agudo en las pantorrillas, pero tengo que seguir, alcanzo a llegar al reloj, tomó mi tarjeta para marcar, soy el único marcando tarjeta, el marcador hace un sonido tan estridente que soy la atención de todos, me siento en mi escritorio y una pila de papeles espera por mi , unos rayos de sol que entran por la ventana se posan en estos dándoles un resplandeciente color blanco, pareciera como si tomaran el sol para luego abalanzarse sobre mi y martirizarme ocho horas diarias.
09:45 am una mano tosca y con lunares de color café se posa sobre mi hombro, un señor con traje y corbata esta parado atrás de mi, el semblante es de un capataz o de un explotador capitalista de los años 30 o 40, alzo la mirada y unos ojos negros penetrantes me observan, con una voz ronca emite unas palabras: “me debe 37 minutos por llegar tarde, los repone a la salida”, bajo la cabeza como todo un proletariado y sigo disminuyendo la pila de papales de mi escritorio, uno de ellos quiere escapar, se desprende de la pila y sale volando haciendo un vaivén de izquierda a derecha, es aplastado por unos zapatos color negro que le dejan una huella color café y sucia, la persona dice: “lo siento” -maldita sea-dije en mis adentros.
06:05 am abro mis ojos –tuve un sueño-pensé, miro el despertador, no ha sonado, me levanto algo desesperado, lo tomó con mis dos manos, lo observo, lo analizo y tiene desconectada la alarma, no sonara esta vez –maldito despertador-dije, tomó la ducha, esta vez por casualidad la ropa que me puse combina bien pantalón azul oscuro, camisa blanca y corbata azul marino, antes de salir de la casa, reviso mis bolsillos y tengo el celular, esta vez me le adelante a las neuronas, llegó a tiempo a la parada del autobús, varias personas están esperando, llevan unos maletines y bolsos color negro, los hombres llevan pantalones azul oscuro, corbata oscura y camisas blancas bien planchadas, las mujeres están bien arregladas con vestidos y faldas que les cubren hasta los tobillos, uno de ellos se me acerca y me saluda diciéndome: “buenos días hermano”, lo saludo también y le pregunto:
-¿porque se tarda tanto el autobús?-
El me responde:
-será porque es Domingo-.
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