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Inicio / Cuenteros Locales / curiche / Raymundo y su ahijado Emeterio, tercera parte

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Llega Emeterio a la vida de Raymundo y Rosa
La petición.
Frágil como un volantín
En los techos de Barrancas
Jugaba el niño luchín
Con el potito embarrado
Con el gato y con el perro
Y también con el caballo.
(Victor Jara)

Cerros secos en verano, lomas batidas por el viento que viene desde el mar, brisa húmeda en las mañanas, en los atardeceres, el viento bate los eucaliptos que abundan por doquier, y su olor aceitoso se percibe a distancia, boldos maitenes y arrayanes no abundan pero que tratan de sobrevivir al hombre que todo lo corta. Raymundo y Eleuterio son vecinos aún cuando los separan dos colinas de baja altura, no hay casas de por medio, amigos de hace mucho, buenos amigos, ninguno le hace asco al trabajo, de sol a sol, como dicen, trabajan la parcela de la doña, Raymundo de a caballo y Luterio (como le dicen los amigos) de a pié, uno cuida las ovejas y el otro p´a todos los mandados en los campos, “con lichona en la siega del trigo, con el rozón en otoño para limpiar los campos y barbechar, con la pala regando y limpiando los canales, gueno p´al cuchillo cuando hay que cortarle el guari a alguna oveja o carnero, cuidar las aves raras, en fin, lo que al ministro se le ocurra, pa eso estoy en el jundo” dice siempre; sus pantalones de trabajo con mas parches que tela buena, arremangaitos para no tropezar o mojarlos antes de tiempo y un par de ojotas o chalailas de neumático de camión y con corriones de cuero de vaca, atada a la cintura va la bolsa en la que lleva galleta, yerba mate (si es que la hay) dice, algo de sal, cebolla, ají y algún tomate de la temporada, con ello almorzará en el campo, si algo no hay, de alguna manera se las ingenia para matar el hambre del medio día, además cuando le preguntan dice que, “quien bolsa lleva a Roma llega”.
Eleuterio se casó con la Luisa del Carmen, llevan como 8 chiquillos que nacen y nacen cada año, uno de los menores es el Emeterio, este, es casi de la edad de las hijas de Raymundo, a este que ya no será padre nuevamente, le llama la atención el chicoco del compadre luterio, un cabro chico que se las arregla bien en el campo, revolotea de mañana a noche, no deja tranquilas las gallinas, más de algún gallo lo ha picoteado por molestoso, pero, no se le quita, quiere montar los chanchos, los perros o cabritos que cría su paire (como le ice). El Rey, desde su caballo lo mira y ríe con las bromas del niño, se avienen bien ambos, a ratos lo sube al anca del alazán llevándoselo a su casa.
Es domingo, temprano se ha levantado Raymundo a dar grano a las aves y pienso para su caballo, una sopa tibia a sus perros, y antes que las gallinas emprendieran vuelo tomó tres pollones y uno a uno le tiró el cogote, aletearon un poco y luego murieron, entró a su casa, colgó las aves y puso a hervir una olla grande con agua, luego de ver que no tenía nada que hacer…
--Rosa, Rosita, acompáñame acá—de la habitación la voz de su Rosi, --ya hombre, ya voy--, “vieja, maté tres pollos que ya iban a comenzar a pelear con los gallos y puse agua a hervir pa desplumarlos”
-- Hombre molestoso este que ni en domingo deja de despertar cuando canta el primer gallo— piensa la rosi, “¿y a vos que te pasa, tres pollones, si somos 4 y las chiquillas no son de mucho comer?”
--Hey pensao mucho Rosa, la cosa esa de no haber podío criar un hombre en la casa a ratos me amarga, se me pega algo en la garganta y pareciera que la hiel se me sube, nunca te hey dicho nada, no crea usté que estoy triste hoy, no, para nada, si te quiero re mucho Rosa, pero se me ocurrió pedirle a mi comapaire Luterio, nos de al Emeterio de padrinos de bautizo, y quiero que vamos a almorzar a su casa, por eso mate los tres pollos grandes. ¿Le parece a usted, mi doña?
-- Hay Ray, como no voy a querer al chiquillo si es tan despavilao, además que usté lo trae p´ca tupío y parejo, te miro y me voy pa la cocina por que también me da pena Rey, las chiquillas lo quieren mucho, y vaya sabiendo que el niño, cuando caminó sólo aprendió a venirse, viera como caminaba el cerro, pero llegaba acá, y se queda pegaito conmigo en la cocina o donde esté, y es que llegó con hambre, cuando le convido leche y pan, el se va a jugar con loas niñas, yo, te iba a decir Raymundo esta cosa de ser padrinos del niño hace ya tiempo, pero, como se que no comulgay mucho con Dios, me había dado algo de miedo decirle a usted.
--Además que ustedes dos, el Luterio y vos, se dicen compadres desde hace años, mire usted que se habla por acá luego, que salen juntos, a veces pareciera que se cayeron juntos por los moretones con que llegan, y es que cuando se emborrachan son harto pesos el par de amigotes, uno afianza al otro como dicen.
-- Mire Rosita, los tres pollones son para ir a almorzar donde el compadre, así que luego, me lava y viste a las chiquillas para ir a la casa de luterio, pero, mija, no me le ponga a las niñas, ropa nueva que le compro hace unos días, sino limpia pero viejita, no vamos a hacer pasar más tristezas a ese matrimonio, yo, voy a uncir los bueyes y cargaré unas cositas, el chancho dio harta manteca así que llevaremos una lata para ellos, algunas papitas, cebollas, ajos y lo que encuentre.
-- Está bien mi viejo, por eso me casé con usted por que sabía que su corazón es de oro.
-- Llame a la niñas rosi--, “¿y pá qué hombre, si en un dos por tres las tengo listas?” ya no me diga ná, el agua hirvió así que pelemos los pollos, Ray, me gusta ese chiquillo, no se le va ninguna y es chiquito”.
Y llegó la hora, se cargó la carreta, el buey viejo a la derecha y el joven a la izquierda para que aprenda a tirar, al lado de todo lo que hay en la carreta va un par de botellas de vino tinto para celebrar, la Rosa con las niñas , arriba van, Raymundo al lado de los bueyes con la garrocha, las niñas van contentas, se avecina un día de juegos, la Luisa tiene varios de la edad de ellas un poco más o un poco menos, Raymundo le habla a los bueyes y estos con su tranquilidad inmemorial pareciera le entendiesen. A todo aquel que pasa cerca se le saluda, alguno se para a conversar con Raymundo, y a paso de buey cansino, llegan donde Eleuterio y la Luisa.
Un silbido antes de entrar a la casa para anunciar la llegada, Eleuterio espanta a sus perros para que no muerdan a nadie, bajan las mujeres de la carreta y los saludos correspondiente.
--Lucha, (dice Raymundo), venimos a almorzar con ustedes, me dieron ganas de comer una cazuelita de ave como la preparaí tú, y como de la última fiesta quedaba una botella de tinto, me la vengo a tomar con Eleuterio, traimos tres pollones pa la cazuelita así que solo tenis que colocar la olla mas grande a que se cocinen.
-- Nunca me canso de mirar el mar desde acá Eleuterio, ¿En que te tienen trabajando por estos días que no te he visto en ningún potrero?—
-- hace unas semana, (comenta Eleuterio)me mandó llamar la doña, me dijo, otra vez, que me iba a construir una casa mejor, que esta, se ve fea del camino, así que va a cocer ladrillos y me tiene ahí, amasando barro, pudriendo paja, cortando adobe y armando la pirámide pa meterle fuego luego, claro, que con los ladrillos que vamos ha quemar, alcanza pa esta casa y otras, así que, en eso ando--.
-- Entonces ahora va en serio compadre, me alegra mucho, pero, ¿hasta cuando pare la Lucha? Llevala al medico hombre, tenis hartos crios, descansen de la custión de criar, ve al pueblo y a lo mejor la operan igual que a mi Rosa, bueno, digo yo.
-- Si Rey, cada día cuesta mas criar hijos, pasamos pidiendo al ministro nos adelante plata, al final del mes, no queda nada en caja y seguimos debiendo, así que lo estoy pensando, no crea que no compadre.
--Así se habla compadre. Vamos a tomarnos una caña de tinto.
-- Buena se ve la yunta e bueyes Raymundo. —
-- Si hace poco le coloque el lucero al laito del viejo luna nueva, pa que aprienda a tirar, y cuando los necesite los va a buscar no más pos compadre-.
-- Gracias Ray--.
--Luisa, traiga dos vasos, dice Ray.
--Que vasos si el luterio ya los quebró toditos.
-- Gueno, entonces jarros, si total hay sed--.
-- Eleuterio llame a los muchachos quiero pedirle algo. —
-- Niños (grita Eleuterio), “si pa”, a ver, mi compadre Raymundo quiere mandarlos.
-- Niños, a ver, vayan a la carreta que vienen algunas cositas, descarguenla, metan las cositas a la cocina y quiten los bueyes y los llevan por ahí, pa que coman pasto, ah, pero no les quiten el yugo—
-- lucha—(es Raymundo que llama a la luisa ahora) ¿Qué querís Rey? “chiquilla, te trajimos una lata de manteca de la chancha y otras cositas pa que tengai pa los chiquillos.
--¿Y pa que te molestaste Raymundo? -- Yo no me molesté niña, fueron los bueyes los que cargaron pa´ca.
Ella, la Luisa, no sabe si reír o llorar, siempre le ocurre lo mismo por que cada vez que viene el Raymundo, trae algo pa parar la olla, y también sabe que nada sacará con decirle algo, por que Raymundo no le oirá, él, es así, simple, sencillo, y todo un hombre.
Cuando coloca guachis pa los conejos, lleva una parte para si y la familia y la otra se la deja a su compadre Eleuterio, si son codornices lo mismo, lo que sea, siempre le alcanza para dejar algo en la casa de su vecino; llega la hora de almorzar, todos caben en la mesa, la cazuela hierve, las dos mujeres le colocaron harto aliño y de los platos de greda negra emana ese olorcito a pollo de campo, papas, porotos verdes, pimentón rojo, fideos y perejil picado, pan que amasaron en un dos por tres ambas mujeres y que las niñas grandes cocieron en el horno, la ensalada de cebolla con tomates, ají verde y a comer que hace hambre.
En medio del almuerzo, Raymundo habla, huaso ladino se va por la orillita, rodea el cerro y entra por donde esté mas facilito, siempre dicharachero, primero aborda a la comadre, Lucha, le dice, “se me ocurre que vos parecís higuera”, ella se sobresalta, ¿y por que será? Dice, mira niña, “la higuera la vendició Cristo, dándole el premio de dar dos cosechas en el año, primero las brevas y mas tarde los higos, y vos, parís un chiquillo en Enero y antes de que termine el año parí el otro”.
¿Y quien para este hombre? Si el Eluterio paré que lo picó la araña esa, esa que deja a los hombres tiececitos enteritos, si cuando se les mete al cajón, hay que usar un martillo pa doblarle la cosa y colocar la tapa, Pero, Ray, la verdá es que ya no queremos que llegue otro niño, no por no quererlos, a todos se les da algo, sino, por que no se puede con todos, así que iremos al medico pa ver que se hace.
Salud, dice el Rey y se toma una copa al seco.
--Saben--, dice el Rey, venimos a pedirles algo, ¿Y que será? Pregunta la Luisa, “El sábado fuimos al pueblo a ver a mi hermano, en la calle nos encontramos con el juez de lo civil, y nos dijo que le dijéramos a la doña que va a venir en un mes mas a inscribir a los cabros que no lo están, y también casar a los que están amancebados, parece que se habían puesto de acuerdo con el cura, por que este cuando lo vimos nos llamó para que avisemos que una semana después del juez vendrá bautizar a los niños que están inscritos para que no queden moros si ocurre alguna desgracia y a casar a los que quieran. Así que, conversamos con la Rosa y nos dijimos que, ustedes saben, me gusta remucho el Emeterio, si me acuerdo un poco de cuando yo era chico, andaba igual que este chiquillo que parece cucaracha, metido por todas partes, ustedes saben que si no lo encuentran, de segurito lo han de pillar en la casa con la Rosa o las chiquillas, sino, es que anda por alguna parte del cerro, el otro día, lo vi., a palos con un maqui, negrita la boca tenía, la cara entera con maqui, otras me lo encuentro debajo de los boldos, en la casa, la Rosi, tuvo que meterse entre él y el gallo colorao, meh, si el niño agarró a varillazos a las gallinas, le ije a la Rosa que no se metiera, en esas estaba cuando el gallo, salió persiguiéndolo para picotearlo, asustao corrió pa entro e la casa, por dios que nos reímos, ave Maria el chiquillo lindo, cuando anda en esas en el cerro, se le caen los mocos y el con la mano los tira parriba, pero, lo hubieran visto, paré que vio algunos gazapos de coneja, se le escaparon, y buscó y buscó, hasta que encontró la cueva, allí paró el culo y metió la mano, la coneja los tenía bien abajo así que no alcanzó a tomar ninguno, pero, mas de 10 minutos estuvo con la mano aentro e la cueva. Lindo hijo tienen, y, querimos ser los padrinos del Emeterio, por eso vinimos hoy a almorzar acá, no soy gueno con los curas, casi nunca voy a misa, pero, le tenimos cariño al niño, y si ustedes aceptan, a lo mejor somos buenos padrinos con él Emeterio.




Glosario:

Lichona.- hoz, hechona
Rozón.- Guadaña
Guari .- traquea
Despabilado.- Despierto
Tupío y parejo.- frecuentemente
Moro.- niños sin bautizos, y según la tradición si el niño/a muere sin bautismo, va a vivir eternamente en el limbo

Texto agregado el 09-08-2004, y leído por 874 visitantes. (16 votos)


Lectores Opinan
29-04-2007 Sigo la lectura y no me canso la verdad. mis 5* salambo
05-01-2007 Me sumo a las apreciaciones alamohuacho. En Chile, si faltan los padres,sus padrinos tienen el deber moral de hacerce cargo del ahijado y en nuestros campos ese argumento es ley.Nos vemos. pantera1
05-08-2006 Es tremendo y a la vez bello, leer algo en el coloquio de un campesino, es algo que se filtra en uno y aquello; lo ve uno en el pueblo nuestro, o mejor dicho en nuestra gente venezolana. Si supiera, amigo, que el mismo exordio le comienza a dar un bella pincelada. Admiré y admiro a ese gran hombre, que se daba a su pueblo de la forma mas integra, me refiero a Victor Jara. Una obra de colección. "El huaso Raymundo y su ahijado Emeterio". Un gran abrazo, estimado amigo. Una lluvia de estrellas caen, son para usted, hermano. bohemio5
26-05-2006 ¡Qué bueno! La historia me llega.***** SorGalim
28-11-2005 eres maravilloso! pero es en vano decírtelo, porque tú ya lo sabes!. Mis ******* celiaalviarez
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