Despójate del oro falso con que cubres tu desnudez atiborrada de atuendos. Que en la hora del naufragio el fiel de la balanza no sabrá diferenciar diamante o plomo o pedregullo. Lo mismo te hundirá entre las mareas. Despójate del peso que acarreas. En tus hombros de cansancio dá soltura y suelta aquello que de veras no precisas. Aunque sea el verbo y una pluma. Calla entonces. Y respira. Que en el silencio se esconde el secreto de la alquimia. El oro puro es el aire convertido en melodía.
Texto agregado el 06-02-2013, y leído por 86 visitantes. (2 votos)