Por la religiosa incidencia de un lingote de olvido
Te me desvaneces cual piedra arenosa entre los dedos
Una gota de humo desata lo que yace escrito en el libreto
El hedor de mis huesos que destilo sobre tu vientre de esponja
Al fondo la iglesia de los pergaminos que despliegan sus alas
Contorneadas oraciones que meditan sueños escarlatas
Así entonces te me rebanas de un tajo de la tan ansiada noche
Y las sombras son pinceles que bailan como túnicas al alba

Y mis manos se acuestan, y un suplente te dice
Jamás aprendas nada, del remolino que afuera te aflige
Porque todos mis muertos te protegen de la palabra

Ostentada por los cirios, orquestada en el diluvio
Pigmentadas celosías nos rodean
Como fisuras de mundos encantados, en una blanca comunión de heridas
Inclinada tú en mis muslos, relampaguean edades sísmicas
Explayando letras de elegías como agonizantes medicinas
Marionetas danzan sostenidas por el ritmo del diluvio
El miedo me arrastra en tus pómulos como lágrima de ternura abrasadora
Y es el llanto del difunto que hala a los sentidos invirtiéndolos
Hacia nuevas persistencias de tus labios llameantes
Hacia jardines de esquizofrénicas mareas
Donde congelas tus lágrimas
Y me convierto yo en tu nombre
Y Lloramos por los vivos
Y somos turba en uno solo
Y somos uno en el boato
Y soy esa corona que reafirma
El eje de un sendero ansiado
Y el alivio que te inquieta
Cuando mis palabras son preludio
De un silencio inesperado