Sales al viento con agudeza sumiso
Alguien que canta escondido con ojos de niebla
Te advierte el peligro de una noche andrajosa
Que se escapó del asilo

Quizá un pescador o un guardia de faro
Invisible ante el párpado del macilento
Se desgonza ante el cansancio
Empedrando el cauce de las estrellas

Algo se pierde el bosque de nenúfares
Y eres tú el yo que levita bajo el océano
Donde nadan peces y luciérnagas
Irrumpes como desorbitado forastero

Gestado en la parca de lo que en ti se cose
Quizá oigas, quizá afines el instrumento de cuerda:
Quizá un oboe que te despliega del iris
Hasta extraviarte en los coágulos de todo estímulo
Fuera del ti, fuera del horizonte velado

Caminas sobre frondas de angustia
Nocturno eslabón de un brillante vacío
-Generosa escasez del escamoteado infinito-
La noche te ataca por la espalda
Piden auxilio las ranas

Simulas belleza de miedos
De miedos que te observan
Y te escudriñan desde todos lados
Del tiempo y la distancia, de los espejos que trabajan
Agobiantes fantasías del disimulo

Alguien te observa
Quizá sea el cielo que te da la espalda
Quizá lo busques bajo tu cama
Por tan solo encandelillarlo
Con tu linterna dañada

Quizá sea un estertor de viento,
O una sombra tímida; ahogada en el concilio
O una lechuza en el crujir de la rama
Que avista un mensaje truncado
Por la veneciana del cuarto
Quizá te embistan los años
Con sus cuernos azules
Para hostigarte de dulce
O quizá te arrastren sus huellas