Dentro de unas horas habré de morir
Y quiero llevarme algo de mi pobre vida
Cuando cicatrice esta amarga herida
La de esta cruel ilusión de partir.
La luz que me alumbra ya pronto se apaga,
Mis oídos, sordos, no oirán palabra,
Mi boca inerte no habrá quien la abra,
Y mis ilusiones quedarán en nada.
Mis sueños frustrados solo serán recuerdo,
No he sido feliz, no he tenido tiempo,
Todas mis quimeras las llevará el viento,
¿Se podrá soñar aún estando muerto?
Y habrá quien me llore, como lloré yo a mi padre,
En aquella triste mañana de enero.
Haré las valijas para este gran viaje
Del que nunca volveré al punto de partida,
Recogeré todo lo que sembré en mi vida
A la que sin embargo, al llegar nada traje.
Eso significa que he hecho algo,
Si bueno o malo, yo no se decirlo,
Yo simplemente traté de vivirlo,
Otro a su tiempo habrá de juzgarlo.
¿Y adonde irán mis risas, mi pasión, mi canto?
¿Quien hablará de mi y llorará mi ausencia?
Mis flores perennes tomarán licencia
Y en un gran gemido ahogarán su llanto.
Y habrá quien me llore, como lloré yo a un amigo
Que me arrebató la locura de la guerra.
¿Pero qué llevaré? Haré una lista:
Una flor, un jazmín o una rosa,
Las que usurpan mi jardín en primavera,
Una mirada de mi madre (ausente ahora)
Un haz de luz que atraviesa mi ventana
Una lágrima de mujer, una paloma,
El viento caluroso del verano,
Mi guitarra… no, una nota es suficiente,
La risa de un niño, una mirada diáfana,
Los ojos transparentes de María, a través de los cuales
Se le ve hasta el alma
(María es ciega y casi nunca habla)
Una puesta de sol en primavera,
Un poco de rocío. Bueno, basta.
Qué mas he de llevar, un reloj,
Mejor no, allí no me hará falta.
También querría un farol con una luna argentada,
Una moneda de oro, que salga por la mañana,
Una brisa que golpee suavemente a mi ventana,
Y una sábana de albahaca, a manera de mortaja.
También quisiera no verme cuando mi tiempo se acaba,
Y alguien me cierra los ojos, ya ciegos y sin mirada,
Cuando esté tieso e inmóvil, la cara desencajada,
Y desde mi cuerpo muerto se apure a salir el alma.
Y habrá quien me llore, como lloré yo a mi hermano,
Que murió en primavera, a los quince años.
Muy pronto mi cuerpo estará deshecho,
Y qué haré al llegar, y esté ante Su presencia.
Sus manos llagadas cubrirán mi alma, y diré a conciencia,
Yo soy Tus Clavos, Tú eres mi pecho.
Perderé mi flaqueza, y diré conciso:
Dejadme ver a mi madre, por piedad lo ruego.
Y El me dirá: - Ahora no, la podrás ver luego,
Hay una flor mas en el Paraíso.
|