En la llanura nació un ser que fue creciendo, fue esperando su tiempo, ese ser hoy ya creció, y sigue esperando. Su camino se pobló de flores un día, y otro día, y muchos más. Esas mismas flores marchitaron de frío.
El frío paso lentamente como la nieve baja de las montañas nevadas, y llego el viento huracanado se llevo todo sus sueños.
Llego otro tiempo de grandes llanuras y pueblos desconocidos, donde ese ser llevo su destino, allí siguió su crecimiento de adulto. Nació un nuevo amor y después otro y otro.
Cuando el sol le sonreía se cruzo un sueño desleal dejando la llanura desierta de fe, esa fe se fue pudriendo en el fango, se fue agotando en su letanía.
Llego otro amanecer pero la energía y la fe jamás retornaron a su vida, se había marchitado su presente y el futuro no le pertenecía.
Un día vio que esos amores crecían y se iban marchando a sus destinos, salió a mirar el cielo entumecida pero la respuesta solo fue… es la vida
Y así son los días los mismos repetidos. En grande ve el pasado pasar de visita, en su llanura se sufre mucho más que en el pasado.
Solo espera y tiene fe que todo sea menos doloroso para sus amores, y confía en Dios que así ha de ser, ya que su fe en él jamás recayó. Su oración siempre está en sus noches y sus días...

MARÍA DEL ROSARIO ALESSANDRINI.