Está en tí, en tus manos, mi cordura abstracta.

¿Qué tengo que hacer para que me ames?

Sé que lo haces, pero el hecho de que lo hagas con palabras, y más aún, el hecho de que éstas, sin ser complementadas por sus respectivas acciones se vayan debilitando con el paso del tiempo hasta acabar no solo con ellas mismas si no conmigo, ante la desesperación de que el único medio que me guardaba fidelidad absoluta haya sido utilizado para fines tan mounstrosos, provoca que mi mente se quiebre por la decesperación de querer salvarse de la muerte.