Su biblioteca

Señora, permítame decirle que la conozco
De la misma forma en que conozco mi biblioteca
He traspasado cada página de su mente
La he leído y he quedado maravillado

Su historia es única y singularmente encantadora
Sus argumentos son válidos cuando así lo requieren
Pero sus pasiones son grandes cuando la sangre llama

El papel en que ha escrito cada palabra ha dejado una marca en mis dedos
Junto al beneficioso olor que dejan los libros nuevos
Y déjeme decirle que me he enamorado
Ya ni siquiera puedo leer a Pope sin pensar en el amor
El cuervo ya no me dice – nunca más, nunca más –
Y solo me grita – ella es, ella es –

Me he expuesto y me siento amenazado
Tal como Borges en su único poema de amor
“Te has convertido en la medida de mi tiempo”
Pero el tiempo es siniestro y me prohíbe delirar

Señora, por su culpa ahora le tengo miedo a mis libros
Ellos me llaman demandando mi amor y mis ojos
Y sé que es usted a través de ellos quien hace la demanda

Aun no sé si caeré,
No me encuentro en facultad de decidir si su visita es solo de alquiler
Lo cual me demuestra (con una desgarradora sinceridad)
Que aun no he leído todo lo necesario de usted.