Hoy te he reencontrado, en fotografías antiguas es cierto, pero eres tú; bueno, la que eras tú cuando las fotos fueron tomadas. Son de diversas épocas. Verte como eras entonces me ha despertado un tropel de sentimientos encontrados, de pensamientos quiméricos y deseos reprimidos, que me resultan insoportables en estos momentos por no poder dilucidar con precisión lo que mi alma experimenta al contemplarte en ellas. Apareces en una, con pantalón de mezclilla azul y blusa blanca de manga corta, el rostro sonriente mirando a la cámara, pareces feliz. Tenías 22 años y yo vivía a través de ti. En otra, luces nuevamente de jeans con una playera verde sin mangas, estás parada sobre la Pirámide de la Luna en Teotihuacan y la imagen me deja ver tus hombros desnudos y la silueta perfecta de tus pechos pequeños sobre la verde tela, acababas de cumplir los 24 y mi corazón se derretía por tu presencia. En la siguiente te ves algo mayor, tal vez como de 35, ¿y sabes?...te miras preciosa, tanto o más que en las fotos anteriores.
Debo confesar que todas estas palabras no son más que nostalgia. ¿Por qué?...porque de aquellos tres momentos puedo recordar el olor y el sabor de leche de tu piel. ¿ Y tú, te acuerdas de alguno de ellos?...Hoy te he reencontrado, no solamente en las fotografías, porque aún estás aquí, con más años, con algunas arrugas, ya no tan esbelta como antaño, pero con la misma maravillosa chispa en la mirada que me hizo enamorarme de ti hace ya tanto tiempo. Reconozco que no eres la de entonces. Yo tampoco soy el mismo, los años, el tiempo, se han encargado de cambiarme, de cambiarnos; pero eso no importa, porque toda esta nostalgia y sentimientos agolpados, me demuestran que todavía vivo a través de ti y que mi corazón se sigue derritiendo con tu presencia.
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