Aquí estamos - dijo él, mirando sus pies manchados de arcilla. Ante él, un destino que le había alejado de sus deseos y un faro incombustible en el horizonte. Sentado y con la mirada puesta en el abismo, pensaba sobre lo difícil que es abrocharse al presente cuando la impaciencia imagina. –antes o después se pasara- dijo como plegaria a un consuelo y se miro las manos. -¿Qué podemos hacer con este presente en el que el torno gira vacio? Vio sus manos limpias de aburrimiento, y suspiro. Se estaba dando cuenta de que sin inspiración no hay figuras, y sin figuras no hay memoria para el pasado. El presente es solo vapor. -yo estuve allí - pensó, recordando cuando la realidad era un lienzo y él una mancha de pigmento. Los días eran dibujos y existían las impresiones.- que aburrido- dijo culpando al gris velo artífice de lo superfluo. –A veces me haces maldecir y nublas mis gustos con tu sedosa mordaza cegadora- siguió arrojando acusaciones a lo inmenso, pero sabía que nada se proyecta desde fuera, pues es la mecha la que arde y no la cera. Se volvió a mirar las manos. Mientras, el torno seguía girando.- Mañana será otro día-.