Luna es algo obsesiva. La tristeza la persigue en los infinitos y oscuros pasillos que conforman su vida. Su obsesión es su cruz. Quizá ella se conforma con ser infeliz, o tal vez busca esa infelicidad, como si no mereciera nada más.
Luna llora, reniega. El círculo vicioso cada vez más pequeño, con ciclos cada vez más rápidos, la ahoga poco a poco, minando su ser. Ella lo sabe, pero es como una adicción de la que sale una y otra vez, y a la que es arrastrada de vuelta.
Alegre, vivaz, divertida. Eso dicen los que la conocen, los que piensan que la conocen…
Luna sabe, ella es feliz con otras personas, es extrovertida, un poco distraída y graciosa. Pero Luna teme. Luna le tiene miedo a Luna, esa persona que ella conoce a solas; esa persona de la que no se puede deshacer. Cuando está a solas la escucha, ese ente la llama desde lúgubres rincones, algunos de los cuales no se anima ni a mirar.
Logró conocer sus apetencias, esa Luna quiere que ella sufra. Quiere que los pasillos se hundan cada vez más, convirtiéndose en un profundo pozo en donde sea imposible escapar, en donde la oscuridad la devore. Pidiendo ayuda en vano se encuentra ahora, sólo pide ayuda cuando está sola. Si se encuentra acompañada pierde el miedo y considera que sólo es algo del momento, que ella está bien, que la otra Luna no existe. Pero se equivoca, la “otra” solo descansa, la “otra” solo habla sin parar, es cuestión que ella agudice su oído y logrará escucharla de vuelta, en un eterno parloteo que humillante, la conduce a un único camino.
Quizá Luna posea un alma cobarde, quizá no; pero la cobardía no entra en juego en este caso. Si ella tuviera a alguien a su lado, si ella se diera cuenta que realmente tiene a alguien a su lado. Pero sea como sea ella solo ve el pozo en el que se sumerge cada día más, atraída por una voz antinatural que le corroe los cimientos mismos de su existencia.
Un día Luna actuará, el resultado siempre será el mismo. Luna será libre, ya sea porque el pozo y esos laberínticos pasillos se transformen en un amanecer cubierto de plenitud; o porque desaparezcan en un ocaso vestido de pastillas, sogas y caídas.
Tal vez Luna lo sepa, tal vez no; existen miles de Lunas cubiertas de una oscuridad avasallante, todas bogan por salir, todas claman auxilio; cada una con su historia, cada una única e irrepetible pero la voz…
La voz es la misma, la que llama oculta en rincones, pasillos y pozos. La voz ahora dulce, ahora escalofriante. Esa voz que se disfraza de Luna, haciéndole creer que es ella misma la que se desea su infelicidad, su dolor, su destrucción. Esa voz tiene sólo un nombre, hay más de uno que la llama Depresión.

PD: Dedicado a mi tío... Te extraño.