Antes de ofrecer la otra mejilla
incluso antes
-todavía antes-
la primera supo salirse con la suya
esto es: esquivar el golpe
con un paso hacia un costado
y preguntarle al puño
-como hablándole a una piedra-
cómo es el viento
qué tal el vacío
de la rabia mordiéndose
a sí misma.
Y la respuesta
claro
sin ojos para ver
-la ley de la ceguera-
dijo:
que no entendía un coño
sobre la justicia.
Y agarró una piedra
y la arrojó con fuerza
y le acertó de golpe
a un viejo campanario.
Murciélagos
o pájaros
salieron desbandados
hacia el sol del mediodía.
Y Adán bajo algún árbol
pensaba distraído
en su próxima costilla.
Texto agregado el 02-02-2013, y leído por 119
visitantes. (2 votos)