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El día gris

En el siglo XVIII, en Escocia, se había predicho que un día el demonio surgiría desde las tinieblas y sembraría el pánico en la ciudad, tiñendo los pueblos de sangre y de sufrimiento. Sólo los monjes sabían como contrarrestar su mal. Ellos tenían en su monasterio un a cruz de oro macizo con un rubí en el centro; que, decían, juntaba en su interior a los cuatro elementos: Tierra, aire, fuego y agua.
Ese día llegó, el cielo se tornó gris, el tan temido demonio hizo su aparición sembrando el pánico en la ciudad, el único lugar que el demonio no podía atacar era el monasterio, porque estaba protegido por los doce apóstoles que rodeaban dicho lugar sagrado.
Con la ayuda de la cruz que albergaba en su interior a los cuatro elementos el demonio fue vencido, fue llevado y encerrado en una cueva que estaba situada en la ladera de una montaña a varios kilómetros de la cuidad, con la ayuda del fuego, uno de los cuatro elementos, lograron fundir la roca convirtiéndola en lava incandescente, ésta bajó por la ladera y selló la entrada de la cueva, dejando sepultado al demonio para siempre.
Han pasado ya dos siglos de aquel suceso, el monasterio está deteriorado y en ruinas por el paso del tiempo, y la historia del demonio quedó transformada en una leyenda urbana.
Un grupo de arqueólogos norteamericanos llegó hasta Escocia para investigar los sucesos ocurridos dos siglos antes. Éste grupo de especialistas fue cuidadosamente seleccionado, todos graduados de importantes universidades. El que encabezaba la investigación era Hervert Jones, un reconocido arqueólogo la ciudad de Los Ángeles por haber hallado en las cercanías al monte Everest al tan buscado eslabón perdido.
Al llegar a la ciudad fueron bien recibidos, el dueño de la biblioteca se ofreció a brindarles ayuda en caso de necesitarla, pero los pobladores se mostraban algo inquietos por llegada de esas personas, que, para ellos, eran completos extraños. Extenuados por el viaje se albergaron en una pequeña pero acogedora posada, donde cenaron y descansaron del largo viaje.
Al día siguiente el grupo de arqueólogos fue invitado a “La fiesta de los cuatro días”, en la cual se conmemoraba la heroica hazaña de los monjes, se llamaba así porque éstos tardaron cuatro días en vencer a la bestia. Todos reían, cantaban y bailaban al compás de la música, los niños del lugar representaron la derrota del demonio en un anfiteatro montado en el centro de la ciudad. Jones, agotado por tal cortesía, se fue a la posada a descansar, mientras que el resto de sus colegas seguía disfrutando de la fiesta.
Luego de una siesta reparadora el doctor Jones comenzó a indagar en las historias que se contaban en el pueblo acerca del demonio que alguna vez había aterrorizado a ese pacífico pueblo escocés. Luego le leer los manuscritos que le había facilitado el bibliotecario del pueblo Jones se sintió más motivado que de costumbre, ya quería empezar con las investigaciones.
Jones cotejó sus escritos con los de la biblioteca, y pudo comprobar que los suyos estaban incompletos. Faltaban datos importantes, como por ejemplo que la cruz sólo hacía efecto si era colocada en la parte más alta del monasterio, de esa forma protegía todo el perímetro del mismo; pero el mayor misterio era cómo encerraron los cuatro elementos dentro del rubí.
Al día siguiente Jones y sus colegas fueron hasta el viejo monasterio, aunque estaba bastante deteriorado por el paso del tiempo los arqueólogos quedaron impactados por la imponente arquitectura protegida por doce erguidas estatuas de piedra que despertó un interés mayor en investigar la historia de ese hermoso lar. Una vez adentro Jones y sus colegas comenzaron a recorrer el monasterio, subieron por angostas escaleras hasta llegar al altar donde estaba, supuestamente, la cruz. Al ver que no estaba dicha cruz Jones supuso que lo del demonio había sido una leyenda inventada por los lugareños para atraer turistas, pero le llamó mucho la atención cuando uno de sus colegas le señaló una puerta que estaba a un costado del altar herméticamente cerrada con un enorme candado de hierro forjado al igual que la puerta. En un momento se pensó en dinamitarla, pero las vibraciones podían hacer que el monasterio de desplome dejándolos sepultados, Jones golpeó con su puño la pesada puerta, esto hizo que el dintel se desplome dejando caer una enorme llave; la cual abrió en oxidado candado permitiendo abrir la misma. Encendieron unas antiguas lámparas de aceite y se aventuraron por la angosta escalera que daba a un profundo sótano.
Al llegar allí descubrieron una enorme biblioteca llena de libros escritos desde el siglo XV hasta el siglo XVIII, sorprendido por el hallazgo Jones intentó traducir junto a uno de sus colegas los escritos, hechos en su mayoría en latín; descubrieron la historia contada por los mismos monjes de cómo habían derrotado al demonio. Los libros contaban, además, con ilustraciones de la batalla, de donde lo habían sepultado, y de donde estaba oculta la cruz; ellos la habían colocado bajo la tumba de Pablo, en monje que llevaba la misma en el momento de la batalla. Los cuatro arqueólogos utilizaron todas sus fuerzas para mover el pesado féretro hecho de piedra. Debajo de éste encontraron una escalera, que daba a un subsuelo donde encontraron un libro, el cual tenía en su interior la tan buscada cruz.
Luego de tomar algunos apuntes salieron del monasterio dejando todo tal cual lo habían encontrado y se dirigieron hacia la ladera de la montaña. Con sofisticados aparatos de medición advirtieron la presencia de vibraciones en el suelo que estaban pisando, éstas se hacían más intensas a medida que avanzaban cuesta arriba. Al ver el mapa que tenían en su poder se dieron cuenta que estaban cerca de la cueva, la cual fue sellada con la roca fundida. Uno de los investigadores descubrió que las vibraciones se intensificaron al apuntar con su instrumento de medición en un sector de la montaña, de esta forma descubrió la tan buscada cueva. Con la ayuda de un cincel tomó una muestra de piedra para analizarla, y observó una luz que provenía del interior, al acercarse un destello de luz lo encegueció, sus colegas se precipitaron hacia él para socorrerlo y observaron como la grieta se expandía acompañada de un intenso temblor. Todos corrieron hasta el pueblo llevando a cuestas al arqueólogo herido que necesitaba urgentemente atención médica, ya que la intensa luz que salió del interior de la cueva lo había dejado temporalmente ciego.
Luego de curar al herido el médico preguntó que había pasado, sintiéndose confuso por las quemaduras en el rostro del joven arqueólogo. Horrorizado por el relato de Jones el doctor mandó a alertar a toda la población por lo sucedido, ya que estaba la posibilidad de que el demonio, encerrado durante doscientos años en el interior de la montaña, consiga su libertad trayendo consigo destrucción y sufrimiento.
Todo el pueblo fue avisado le la llegada del demonio mediante las campanas del monasterio, la gente se precipitó hasta el interior del mismo donde estarían a salvo; una vez dentro, todos oraban para que “Demian”, el demonio, no les quite la paz que durante tanto tiempo llenaba de júbilo la ciudad. Las horas se hacían interminables, la espera se prolongaba cada vez mas, ellos sabían que la llegada de “Demian” era inminente, pero tenían fe que todo se iba a arreglar como en el pasado.
El cielo empezó a oscurecer, en la cima de la montaña se abrió un cráter y comenzó a salir una nube oscura; trayendo, además, truenos y relámpagos. Al cabo de dos horas todo estaba cubierto, la grieta que sellaba la cueva se abrió luego de una violenta explosión y acompañada por un enceguecedor destello de luz; “Demian” logró liberarse.
La imagen del demonio era imponente, doce metros de altura, color grisáceo, dos negros y enormes cuernos en su frente, ardientes llamas en sus ojos y su rostro era como el de un lobo feroz sediento de sangre.
Sin pausa se dirigió hacia el pueblo, todos estaban atemorizados y temían por sus vidas, ya que el demonio, “Demian”, destruía todo a su paso.
En el monasterio, Jones y sus hombres estaban preparados para recibir a la bestia. Leyendo los escritos que habían encontrado en la biblioteca supieron de la existencia de un conjuro, el cual activaba el poder de los cuatro elementos situado en el rubí acuñado en el centro de la cruz; pero para que éste tenga efecto la cruz debía estar en la punta del campanario, que era la parte más alta del monasterio.
Dos de los doce apóstoles estaban en la entrada al jardín del monasterio unidos por un arco gótico. El conjuro debía ser leído por un monje, porque eran los únicos que sabían leer las antiguas escrituras; pero uno de los arqueólogos, la mano derecha de Jones, pasó gran parte de su vida viviendo en el Vaticano, y sabía leer en latín a la perfección.
El arco de la entrada estaba bastante dañado, el tiempo hizo que una parte del mismo se desplomara; dejando vulnerable el monasterio a los ataques de “Demian”. El arqueólogo que sabía leer en latín subió por las escaleras de piedra hasta la parte más alta del campanario llevando la cruz y el conjuro, pero cuando estaba a punto de colocar la cruz en su lugar se produjo un temblor que hizo que la misma se deslice por el techo cayendo en jardín. El demonio echó abajo la entrada y logró entrar al terreno sagrado, Jones se precipitó hasta donde estaba la cruz para tomarla con sus manos. Frente al temible “Demian” y aterrorizado por el fuego que salía de los ojos del demonio, Jones quedó paralizado; por un instante pensó que sería su fin, puso la cruz junto a su corazón y pronunció una plegaria para que su alma descanse en paz. Sorprendido, vio que uno de los extremos de la cruz se alargaba formando una espada de doble filo; en ese momento supo que tenía en su poder el arma que acabaría con el demonio, sin titubear arrojó la espada hacia “Demian”, dando justo en su negro corazón. El demonio fue absorbido hacia el interior de la cruz, quedando prisionero dentro del rubí, luego de apresar a la bestia el arma de oro macizo regresó a su forma original.
En pocos minutos el cielo se aclaró trayendo de vuelta la paz y la armonía a los habitantes de Escocia. Los cuatro arqueólogos fueron condecorados y nombrados caballeros de la realeza británica por su heroica hazaña.
Al regresar a Norteamérica cada cual tomó un camino distinto: Jones se retiró de la arqueología y está a punto de editar un libro que contiene datos y anécdotas de sus hallazgos, su mano derecha se radicó en el Vaticano para ser sacerdote, el que resultó herido cuando se abrió la prisión del “Demian” es ahora bibliotecario, y yo, Peter Wallace, estoy en la preparatoria dando clases de física y química.
Ya han pasado diez años de aquel suceso, pero las imágenes de terror de los habitantes de ese pueblo permanecen aún en mis retinas. La cruz retornó a su lugar de origen y el cuarto donde la encontraron fue cerrado con concreto, para que nunca más se vuelva a abrir.
14 de Agosto del 2001

Texto agregado el 09-08-2004, y leído por 165 visitantes. (0 votos)


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