Palpito con desaforado ímpetu,
en esta soledad de angustias.
Y narro en letras:
cuentos y calvarios.

Inmune de dolores o abierto a ellos,
cabalgo con brío de centella.
Ausencias no me faltan
y miedos se acrecientan.

Pero vivo, palpito, soy
entre sonidos de zampoñas y quenas
andinos recuerdos,
de paramos fríos,
de viento…
de ardor.

Nací solitario como la montaña
y tengo mis heladas nieves abiertas al sol.
Escondo escabrosas pendientes
y suelo unir mis más profundas paredes
por un solo peñón.

Lóbrego y alegre.
Sirvo en sepias,
en grises,
en atardeceres.

Dudo de mis vértigos
y le temo a mis deshielos
siempre preferí
desojarme por dentro

Y soy…
soy eso que se ve
y aquello que no.