Se convenció y por fin acudió al baile con una sirena en los brazos...., pero su corazón parecía querer romperse en mil pedazos, ya que él luchaba contra el tiempo para convertirla en princesa
y su cerebro a pesar de haber realizado tantos milagros, esta vez estaba lerdo…., .que no entendió que no era una sirena cualquiera, debajo tenía un esqueleto que asomaba de tanto en tanto, cuando desaparecía la carne y ella gritaba: hace tiempo, hace tiempo...que tuviste que amar mi fealdad. Y él se asustó tanto que…..quiso abandonarla; y no de cualquier forma, dejarla desnuda sobre el capó de un Ford antiguo, en medio de la carretera y así poner fin a terrible pesadilla… No lo hizo a pesar de la fealdad de la criatura que tenía en brazos, no lo hizo porque estaba cayendo en una terrible contradicción: la belleza solo se puede ver con los ojos del alma…EL paisaje solitario que era la carretera, se convirtió en todo lo que representaba su propia vida y mirando al esperpento que tenía en brazos, se dijo que ella en realidad era él, y comprendió que la pesadilla no tenía fin…Para su desgracia se acordó de la rueda de la vida, se vio arriba en lo más alto, se vio abajo confundido con el estiércol, mientras el tiempo se ralentizaba y con él sus pensamientos, su propia existencia. Ella era él, ya no había duda y pronto él sería ella…Y la ruleta se convirtió en una aliada imprevista, esos aliados que nos guían en los laberintos más sutiles. Mientras la muñeca-sirena que parecía rota, lloró con dulzura, la misma dulzura que conoció en su infierno particular bajo el agua, en el fondo más profundo donde fue sirena sin poder ser esqueleto y sin poder ser amada… Él quiso volver al principio, dejar a la muñeca-sirena donde la encontró, no pudo sus piernas no lo obedecían y lloró lágrimas de sangre al ver lo que tenía en sus brazos, no era una muñeca-sirena, todo lo contrario: un ser amorfo que quiso convertir en princesa. Jamás se imaginó que aquella criatura que no era ni muñeca; ni sirena, también había llorado porque tenía a pesar de su forma… el corazón destrozado. Sus piernas que antes estaban paralizadas, se movieron al escuchar una música sublime que venía del cielo. Renacieron sus poderes y se encaminó a la fiesta sin dejar de pensar en aquella muñeca-sirena que llevaba en brazos. Volvió a llorar lágrimas de sangre, lágrimas que cayeron sin él darse cuenta, en el cuerpo de la muñeca-sirena que poco a poco se fue convirtiendo en princesa. Y así los dos cruzaron del brazo el lumbral de la puerta que daba acceso al gran salón del palacio. Y él se olvidó de la pesadilla vivida y ella convertida en princesa, dejó a un lado sus pesares vividos debajo del agua.
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