Quizá el día con su fragante aroma a eternidad
quizá el rostro demoníaco sus ojos de perra
o esta saciedad tan vasta.
Soñé la inmortalidad
sombra de cristal, ademán de arena
silueta de la vulgaridad
entre las yemas de mis dedos, sin prisa,
casi con dulzura se tritura la cadena.
La textura repulsiva del “te amé”
pone en vilo su hambre.
El escamoso arrastre de un “vuelve”
resuena en la caja vacía del “para siempre”.
Atraviesa mi mente fugazmente
un hielo de deseo,
un camino conocido de desamparos y desconsuelos.
Vacíos, innumerables vacíos que respiran
me fastidian con su vaho podrido.
APROXIMACIÓN: compartamos nuestra muerte.
Pero en cada beso una carroña
y en cada gesto de amor
la mano de un sádico
tatúa odios nuevos sobre el garabato de los “te quiero”.
La lenta noche luna solitaria y hostil
me coquetea con su andar de puta fea.
Ahora me rio, voy a pasar de largo.
Texto agregado el 28-01-2013, y leído por 148
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Lectores Opinan
27-03-2013
Me gusta como escribes...diferente cómo un soplo de aire fresco. granada
18-02-2013
Sí, a veces no se tiene humor para detenerse...aunque no se sepa a dónde se va...es el impulso de la rabia mal contenida. Buen poema felipeargenti