La presencia de los astros
Ocurrió que se dejó caer el día,
Dio paso a esa luz atenuada, mágica,
Que atrapa los colgantes
Que adornan tu mente dormida.
Los movimientos se tornan
Ávidos del alimento
Extraordinario, de la caída
De la fantasía tan esperada,
La que antes que a ningún otro lugar
Llega a tú pensamiento despistado,
Lo tiñe de añil, por hacerte saber
Que no has de cesar en la espera
Esteparia, en la intriga llena de
Irisaciones, ni en buscar
El caldero que crees enfriado,
Con alimento color cetrino
Por no prestar atención a la hoguera.
Cuando la magia, la fantasía,
El alimento en el caldero, la estepa
Tan cansina, las irisaciones que se
Retuercen apareciendo como desgarros,
Y cuantas cosas permites que se disfracen,
Para colarse en tú mente y en tú corazón,
Con el solo propósito de hacerte quebrar,
Entonces, con movimientos que se hacen
Invisibles, que se visten de patenas de
Perlas deslumbrantes, que tanto se ciernen
A tú mirada y oídos, se hace ver
El resplandor que ilumina el color
Atenuado de la caída de la noche,
La reata de astros cargados de
Universo.
Es entonces cuando se hace realidad
La incesante creencia de que se puede
Seguir abrazando el universo.
Aguadulce, enero de 2013
José María De Benito
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