La cigarra
Se limpiaba la boca con placer despejando los jugos que desbordaron después de la suculenta cena, abrigada en el calor de los túneles que la alojaron en los últimos meses. Era una cigarra bohemia, errabunda y muy segura, que sabía muy bien cómo sobrevivir el invierno. En sus ancestros estaba el secreto de poder vivir de su arte en el verano tocando una sinfonía hipnotizante y seductora para conseguir los favores de otras criaturas durante la temporada invernal.
Consiguió ese año con sus encantos aposento en el hormiguero que había circundado tocando su música y las hormigas pensando en entretenerse la aceptaron con su música a cambio de alimento, un trueque muy justo. Al principio todo estuvo bien, la compañía era buena, pero poco a poco la sed de carne heredada por sus padres se apoderó de la cigarra y uno a uno fue emboscando por los rincones del hormiguero a sus moradores sin dejar rastros de ellos, por lo cual, nadie podía culparla de esas faltas, después de todo, eran miles y unas cuantas docenas no eran mucho.
Estaba sentada satisfecha al punto de casi no poder moverse. La reina del hormiguero paso en su recorrido cerca de su invitada y vio algo perturbador pero no hizo nada pare revelarlo, tan solo siguió su paso y juntó a algunas guerreras en su aposento, no pasó mucho para que un regimiento de guerreras sitiaran a la cigarra pero ésta astuta escapó hasta llegar cerca de los aposentos reales. Grande fue su sorpresa cuando mezclado con su propio pulso escuchó una leve sonrisa, era la de la reina que la aguardaba sabiendo que sus guerreras la terminarían arrinconando para dejarla a su alcance.
-¿Has saciado tu hambre querida amiga?- preguntó la reina tratando de no mostrar ansiedad.
-Por supuesto querida Reina, su generosidad de compartir los alimentos me ha saciado durante todos los días que he permanecido con ustedes- respondió la cigarra.
-¿Cuántas obreras has comido ya?- preguntó directamente la reina. La cigarra repentinamente comenzó a sentir que algo estaba mal, peor que el hecho de haber hecho lo que hizo.
-Tú me entiendes bien, ¿cuántas de mis hijas has devorado?- dijo alzando su cuerpo para mirar cara a cara a su invitado mientras con una pata acariciaba la barriga de la cigarra.
-Creo que no sabe de lo que habla, yo solo...
- Tu solo te has servido de nosotros, pero ahora, ahora empieza el verdadero festín- dijo la reina mientras sus guerreras tomaron por sorpresa a la cigarra.
-Abusaste de nuestra generosidad, ahora, para llevar al punto máximo tu abuso, permanecerás con nosotros hasta que la vida te abandone, y mientras decía esto, las hormigas arrancaron sus patas dejando tan solo un cuerpo amorfo y dolorido que cicatrizaría para dejarla como un juguete para las nuevas generaciones que se divertirían tocando con sus patas, las arrancadas, melodías odiosas y desafinadas en el oído de la caníbal cigarra hasta el último de sus días.
(Cuento escrito para el primer juego literario ¨Cambiando la historia¨ Posteado en el foro de Retos donde transformamos un cuento infantil a un cuento de terror)
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