|                   I VLa vida desde ese instante  ya no fue la misma para Raymundo. Se ocupaba en las  demandas de su hacienda  pero cabizbajo y meditabundo A aquel apuesto muchacho alegre y de risa fácil ya no se vio sonreír. Cierta mañana en que se encontraba en la pradera marcando reses, se le llegó un mensajero quien le entregó un pergamino enrollado y sellado. Recostándose contra un muro de piedra y cuidadosamente desenrolló el mensaje evitando  quebrar el  sello en el lacre que presentaba una “A” artísticamente labrada, para leer lo siguiente:
 
 -Raymundo de mis amores:
 Explicaré brevemente:
 dentro de mi ya no siento
 fuerzas para lo extendido.
 Mi padre me ha informado
 que, que si mucho, en dos meses
 de primavera al comienzo
 seré llevada al altar
 en ceremonia nupcial
 con el príncipe Fabián,
 de vuestro Rey heredero
 y en esta forma lograr
 con unión un fuerte imperio.
 He conocido a Damián,
 parece un noble sincero
 aunque un tanto arrogante.
 Díceme el que me quiere,
 pero yo, bien lo sabeis
 tengo un corazón que es vuestro,
 no puedo amar a alguien más.
 Mi tristeza es infinita
 no sé como lo he de lograr
 pero en una forma u otra
 yo llegaré a vuestra vera.
 Mientras tanto por ahota
 acopio haré de esperanza.
 Esperadme, os lo suplico,
 yo soy vuestra, mi Raymundo
 de lejos os ama
 Amanda.
 
 Post datum
 Perdonad, se me olvidaba:
 para aumentar mi suplicio
 (y perdonada si os lo digo)
 Como esposa he de vivir
 (para mi: sobrevivir)
 en territorio neutral:
 anciana mansión feudal
 por nuestro mar a la orilla
 del reino en la costa austral:
 Castillo  de Santa Sofía.
 Quizás vos lo conozcais
 si asoleada, muy hermosa
 ya en la noche tenebrosa
 que a Lucifer provocais.
 
 Raymundo enrolló de nuevo cuidadosamente aquel  pergamino y acariciando brevemente la letra estampada en el lacre, finalmente se colocó contra el pecho. Su vida había perdido razón de ser. Paso a paso se fue llegando para llegar al lugar donde Buculia terminaba y Kimeria comenzaba. Para su entendimiento era una causa perdida: en Kimeria sería perseguido y en Bucolia ni imaginar “robarle” la prometida del poderoso Príncipe Fabián próximo heredero de la corona real.
 Eran los meses invernales y nevaba fuertemente, se sentó contra una piedra, ya la noche se acercaba. Raymundo no se movía, pronto se cubrió de blanco, én su miseria lo gélido de la noche ni siquier lo notaba. Al siguiente día los viajantes de aquel camino al pasar por ese punto solamente notaban un cúmulo de nieve que con el pasar de los días se convertiría en una masa de hielo amorfo. Cuando los rayos del sol comenzaron a derretir el hielo por la cercana primavera, notaron entonces una extraña piedra, que parecía  el cuerpo de un hombre con las piernas recogidas y cabeza inclinada sobre las rodillas, una posición muy extraña sin detalles de escultura, simplemente una roca negra probablemente de granito, no, solamente tenía un color parecido al del basalto, aunque pulida y brillante como si fuera obsidiana . Una peculiar formación a la que empezaron a llamar:
 “La Roca del Pensativo”
 
 (Sólo un capítulo más y gracias por la paciencia)
 
 
 
 
 
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