Ni el almanaque puede hacerme recordar el tiempo que no te veo.
No te extraño siempre, como antes. Pero hoy extraño.
Le escribí cartas al viento. Pero nunca te llegaron.
Intento recordar aquellas caricias. Es en vano.
Solo llega a mi alma los besos secretos de la secundaria.
Envidio plenamente a quien en este momento puede mirarse en tus ojos.
Dichoso del que hoy pueda, en silencio, contemplar tu inexorable belleza mientras duermes.
Pude terminar aquel poema inconcluso. Tuyo.
Fumo un poco más que antes. A veces me dejo la barba y el “Che” ya no es lo que era.
El frío me recuerda tu mano tibia. Tiritando en las madrugadas de aquellas citas a escondidas.
Nuestros ojos desvelados, cansados, se buscaban igual al otro día.
En el viejo cuaderno que me regalaste siguen grabados nuestros nombres.
Encerrados en un corazón de colores débiles.
Sigo escuchando, de vez en cuando a Los Rancheros.
Bailábamos.
Perdidos entre novios y amantes desconocidos. Y nos fundíamos en un beso apasionado.
¿Qué estarás haciendo en este preciso momento?
Ahora tu imagen, que vino a visitarme, se desvanece.
Entonces aparece tu ausencia.

@ Mauricio Muro
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