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N SEMÁFORO INTELIGENTE

Haría unos ocho años que los vecinos venían reclamando un semáforo allí, en la misma esquina donde yo atendía mi quiosco de diarios y revistas desde ese tiempo. Eran tantos los accidentes... Lamentablemente fui testigos de todos; El de aquella mujer que bajó el cordón mirando hacia la otra mano, el del tipo del portafolio, distraído... ese chico entusiasmado, que hojeando la revista que me había comprado cruzó la calle sin mirar... la anciana sorda y lenta... el de la bicicleta, gente que yo conocía, algunos clientes desde siempre. De choques entre vehículos había perdido la cuenta, todo eso pasaba ahí y a mis espaldas.
Mi puesto, en ese lugar; era estratégico, justo en la ochava y pegado al cordón, como un faro en la unión de dos ríos torrentosos El ir y venir de los transeúntes y el desaforado tránsito en las calles eran de una total anarquía; Era una peligrosa mezcla de convicciones y dubitaciones de impredecible resultado, en la que al cabo de cada segundo la posibilidad de un accidente se renovaba en el siguiente, y lamentablemente sucedían más a menudo que lo imaginado…
-Claro, después aparecen en las páginas de los diarios como un informe más, como un hecho consumado, casual e ineludible- Me decía. Y tarde, porque yo ya lo había visto con mis propios ojos. Ése era mi cargo de conciencia. Leer esas noticias era revivir ese momento y me daba escalofríos, me hacía sentir involucrado, responsable y hasta culpable. Culpable por no haber intentado hacer algo, de no haber encontrado alguna manera de evitarlos...
Desde mi ubicación podía ver simultáneamente las distintas corrientes del tránsito y percibir su complejidad. Adivinar la intencionalidad de peatones y conductores de uno y otro bando, era mi obsesión, Podía predecir, de a cuerdo a la velocidad y a la posible proyección entre un vehículo y otro, la factibilidad de un gran encontronazo. Tanto que en momentos creía asumir la responsabilidad de aquellos eficaces agentes de tránsito en su garita, que ya no existen más por acá. Ó finalmente ser uno de los modernos semáforos inteligentes, que se adecuan según el flujo vehicular, pero que aún seguimos esperando y esperando. Cosas faltantes que seguían convirtiéndome en un mero espectador de las contingencias de la vida de los demás…
El “Billiken”, Don- De pronto me pidió el chico, asomando su cabecita por la parte baja de la ventana de expendio. No lo había visto llegar, y esa sorpresa me sacó de un tirón de las garras de mis pensamientos. Apenas ví su flequillo enseguida me acordé de aquel otro pobre pibe, el del accidente... Cuando le di la revista me pagó, pero como había aparecido desapareció, Me asomé para cerciorarme de que seguiría por la misma vereda, o si debía cruzar la calle; pero en vano, ya lo había perdido de vista... – No obstante especulé conque estaría hojeando su máximo interés sobre un costado del kiosco mismo.… Más de repente - ¡Oh, Dios mío, dónde estará este chico, si cruza de este lado nadie lo verá! – me dije apenas veo un camión acercándose muy pegado al cordón y cortando ramas de árboles por arriba. Súbitamente el ímpetu de una inteligencia exacerbada explotó en mí con una fuerza descomunal, me expulsó del banquito, me arrojó de espaldas contra la endeble puerta que al instante cedió para dejarme tendido sobre el asfalto sin reacción. Creo que el conductor intentó maniobrar, que quiso esquivarme, infructuosamente, arrasó con todo a su paso...
Al día siguiente, entre tanto desastre, las hojas de un diario de ayer empujadas por la mano invisible del viento se volteaban una sobre otra apresuradamente, como si alguien ansioso quisiera leer la última mala. No la encontraría, y aunque la edición de la mañana tampoco llegaría, yo ya había visto y vivido todo estando ahí mismo. Y como siempre pasaba lamentablemente, no pude evitar este último desenlace fatal...

Texto agregado el 26-01-2013, y leído por 230 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
27-01-2013 uyyy... que triste final amigo, pero que interesante todo el texto,. Aqui en Toluca hay un cruce con esas caracteristicas y ya lo he reportado... pero nada. Un abrazo!!!!!! cinco aullidos tristes yar
26-01-2013 Muy bueno. El final me encantó por lo inesperado glori
26-01-2013 Muy triste final, me queda la esperanza de quecreas conciencia ante la indiferencia y hacer algo por los demás, exigir un semáforo es tarea de todos Carmen-Valdes
26-01-2013 Es imposible evitar los accidentes,si se pudiera hacer se llamarían incidentes, Me ha gustado mucho tu relato, con un final sorprendente. elisatab
 
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