echado en mi cama pienso en todo... mujeres que luego de un reencuentro han olvidado que el tiempo se las lleva junto a mis sueños... la paz aplasta mi sinceridad... respiro como si estuviera en el quirófano... el silencio me lleva al llanto dulce de un niño en busca de ternura... las paredes de mi cuarto están mojadas de soledad y las ventanas llenas de misterio me inducen a soñar, dormir sin saber despertar... nada tengo, me dice el viejo corazón... eso es suficiente para entrar en la casa de la verdad... las luces de mi cuarto son vagas, tenues, tristes... debo estar muerto... no debí seguir en esos pensamientos ni reencuentros... pasa el tiempo mientras el aliento se me hace largo y sentido... estoy cerca, muy cerca de la muerte, casi siento su frío aliento... cierro los ojos y soñaré... luego, vendrá el mañana y la luz del buen día me dirá que estoy en el cielo y que no me doy cuenta...