A veces... sólo a veces...
Siento que el hombre es como una ola... viaja, recorre el mundo, conoce los distintos y hermosos parajes de tierras lejanas... visita las costas del mundo, buscando algo...
Como las olas, el hombre busca algo... no se da cuenta, ni ola ni hombre, que nada puede llevar... las olas no tienen bolsillos en que llevar nada, más que los peces, que voluntariamente le siguen; o la madera, que flota en su fuerza, sin querer y quizá sin saber que flota... El hombre si tiene bolsillos, más sólo para las cosas terrenas. Lo que importa, lo que el hombre busca sin buscar, y a veces encuentra sin saber, no puede llevarse en ningún bolsillo... pues no existe bolsa tan grande como para poder llevar el Amor.
A veces... sólo a veces...
Me doy cuenta de mi terrible destino... viendo las olas, acercándose irremediablemente a la orilla, sin saber del inminente final de su viaje. Una piedra se interpone entre ellas y la orilla que quieren alcanzar, y contra ella se estrellan, y se quiebran... se enteran entonces de su fin, teniéndolo enfrente. Su viaje termina, y los peces que viajaban a su lado buscan otra ola a la cual pegarse, y viajar con ella... la madera, de igual modo, es llevada por otra ola, sin importarle cuál.
A veces... sólo a veces...
Veo que soy una ola... destinado a romperme contra las piedras; condenado a morir en algún momento, y perder lo que haya obtenido en este mundo... me llevo conmigo el Amor, pues la única bolsa capaz de llevarlo es el Alma, creada ya por Alguien más... y mi Alma me lleva a otros mares, a viajar eternamente... sin piedras... sin muerte... sin final...
Bowen Alanos |