No me sabe a consuelo suficiente.
Para estas noches de insomnio,
donde te pienso demasiado a menudo,
es la ingesta de recuerdos lo que me produce este malestar.
Para esas horas en que el recuerdo testarudo no te suelta por completo,
tu imagen y las razones de tu partida
(con todo y que reconozco mis propios errores),
no me sabe a consuelo suficiente.
Habré de tolerar las náuseas que me producen las necias ganas de verte todavía,
el ardor de la distancia disimulada con orgullo intragable,
el pesado hábito de tener que tragarme las palabras que dije mal, y hasta las que no te mencionara nunca...
No es sólo una cuestión física, o de salud mental,
porque para mi constituye en resumidas cuentas,
en un ejercicio de catarsis que me permita a la brevedad posible,
desintoxicarme de ti.
Requiero vulnerarte un poco tras cada letra o frase que sabes te pertenece ahora,
que te corresponde por dolorosa que sea,
porque tú la provocaste...
No se trata de reclamos acumulativos,
sino por el contrario de soltar las cosas,
poco a poco y por doloroso que me resulte por ahora.
Sólo necesito un poco más de tiempo después de todos estos meses que ya casi se acercan al año de extrañarte...
Para poder entender la manera, de como tú, deshacerme de todos los recuerdos dolorosos, correspondientes a las promesas rotas y a las citas no cumplidas.
Me ocuparé de construir nuevas quimeras de ese amor quemado hasta las cenizas,
donde el viento me ayude a construir, algo que ni tú ni el agua del llanto, puedan tocar siguiera,
porque a su paso como es bien sabido, todo lo destrozan.
Mientras tanto te escribo un poco de mis planes, de esos que te conviene enterarte de una buena vez y por todas,
porque a partir de este momento absoluto, te daré la espalda que un día rasguñaste, y me iré a dormir dejando de abrazar a tu recuerdo.
Buenas y solitarias noches, en compañía de la ausencia más absurda, y la sombra más equivocada, sólo la tuya.
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