Al principio me lo dudaba todo,
Que si debía o que si temía,
Que si eras mía o yo era el perro faldero.
Pero desde el principio creí que nunca habría final.
Contigo nunca fue cuestión de salidas,
Tampoco es que no las hayamos buscado.
Habíamos prometido no tomarlas, Lulú,
Es como si hubieras tomado el último paracaídas.
No sé si fue la falta o la sobra la que nos mató.
Hay noches que se me parten a medias, Lulú,
Salgo al patio y me siento junto las macetas de esperanza caduca.
Como cuando te esperaba en Luna Rosa en Florencia.
Paseaba los dedos por los labios del vaso hasta que llegaras,
No tenía ganas ni de levantar la mirada, Lulú.
Sólo escribía y me enredaba los dedos con los vasos.
Esperaba ansioso a que llegaras, como ahora.
Llegabas con tu costumbre de boicotear a la idea de la organización,
Con rollos y lápices sobre libretas y carboncillos.
Siempre hermosa, con una manga arremangada y la otra que sólo dejaba ver las yemas de tus dedos,
Nunca se te acababan las sonrisas, Lulú.
Apenas lograbas sentarte y yo ya me había vuelto a enamorar de ti,
Me daba un buen suspiro sólo para embriagarme de tu perfume y llenarme de valor.
Empezaba a leerte todo lo que te había extrañado en el día,
No llegaba ni a la primera coma y se me enarenaba la boca, Lulú.
Mis manos nerviosas perdiéndose entre los renglones,
Las tuyas frías tomándome de la cara.
De esa casi no salgo vivo, Lulú,
El corazón dictaba paso redoblado y yo ya no podía ni respirar.
Retomaba la cordura y el dedo abanderado cumplía la función.
Te leía como narrando tu existencia.
Te hubieras quedado un poquito más,
Me sobra tanto papel pero me falta tanta Lulú.
Y sigo aquí mesmerizado en el patio buscándote en el viento,
Quizá alguna de estas medias noches tu perfume se filtre por entre los arbustos.
Yo sé que vas a llegar pronto con tu montón de novedades, Lulú.
Con tu impuntualidad precisa y tu eterno boicot contra el orden.
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