Cuando el poeta muere,
sus palabras le sobrevuelan,
son la esencia de su alma,
y viajan con ella
adquieren alas, se empluman,
son materia inexplicable,
pero al poeta acompañan
en su espiritual vuelo,
y serán su pasaporte
para trasponer fronteras.

Cuando el poeta
llega a su destino
las palabras regresan mudas,
el cielo se encapota
y se mutan en gotas de lluvia
que caen sobre la tierra
como cristal sibilino,
se hermanan con la simiente
las bebe el pájaro,
inundan su trino,
crece el árbol, el pasto
la vida y los elementos.

El poeta ya es lápida
y el mundo lo agasaja
en cada trino, en cada color
en cada lágrima…



Un humilde homenaje para Shosha...