Una ligera, pequeña caida. Y el comienzo de un abismo interminable. A donde me llevo a mi mismo, es el unico y flagrante infierno que yo me creé
El viento era el de los autos El sol el de las nubes. La calle de los hombres y el pavimento el de las bestias de filigrana y acero. El pelo estaba mojado y la peil reseca y las ansias de vomitar en el estomago se hacian mas patentes. El apartamento estaba solo, excepto por la pequeña alma recien salida de la bañera.
Un respiro y la vestiementa, un respiro y el desayuno, un respiro y la puerta, un respiro y la calle de las bestias.
Y la calle, y la oficina, y el trabajo, y la fatiga, y el mundo, y la mentira, y la muerta y la rutina.
Que se adueñan, que se apropian, de estos ojos grises y solos. Que se roban, que se asaltan, estas palabras, vacias, rotas.
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