Ladrones de bicicletas
A mi amigo de la infancia, Javier Ruiloba
Haciendo tic, toc, tic, toc, tic, toc, bajabas por la calle del Consistorio. Aquel contoneo, aquella boquita de piñón pintada de rojo, ceñida en las alturas por un conjunto de angora, con aquellas enormes tetas desafiando el sentido, la cintura de avispa, la falda estrecha, las piernas torneadas, los tacones de vértigo, los pasos cortos, urgentes. Eras la Gina Lollobrigida de nuestras tardes. La Claudia Cardinale de Rufufú, que no nos cansábamos de ver una y otra vez. Nosotros éramos niños de posguerra, ladrones de bicicletas, extras que nos colábamos de la mano de Vittorio de Sica en el Parque Victoria de la Plaza del Adelantado, para expiarte en la oscuridad. Nosotros éramos extrañas criaturas, hijos del neorrealismo italiano con pantalones cortos y las rodillas todas matadas y tú, tú eras la actriz principal del reparto. Tú eras todos los cuerpos turbadores de la fábrica de sueños de la infancia.
Juan Yanes |