El fondo de las cosas

Decía mi abuelo, que estaba loco, que no hay fondo en el fondo de las cosas. Que esa es una manera de hablar. Después entraba en una batiburrillo que yo difícilmente podía comprender: «Eso es como si tuviéramos necesidad de trascender lo que los sentidos ven y tocan, como si tuviéramos urgencia por llegar más allá de la experiencia». Entonces, además de hablar a toda velocidad, se ponía a gesticular llevando con las manos el ritmo de las palabras: «Pero es la experiencia la que señala el límite de lo que podemos conocer, ¿me entiendes? ». Y yo le decía que sí. «En ese límite de la experiencia comienza el abismo de los mitos, las creencias, las religiones. El esencialismo es la perversión del pensamiento, hijo mío. Cuando descubres la mentira del fondo de las cosas, te das cuenta de que Platón es el gran pervertidor de la historia». Yo, que no comprendía nada aunque le dijera que sí, me daba cuenta de la solemnidad de sus palabras. Y ahora que las comprendo, sé también, que no estaba loco como decían.

Juan Yanes