Un poco de aire caliente entra por los pequeños huecos de la ventana, intento inhalarlo, quiero sentir el calor del amanecer por última vez. Esa pequeña brisa me recuerda que cuando el último rayo de sol salga del horizonte, cerraré mis ojos para toda la eternidad. Es injusto que en esta sociedad aquellos que se revelan contra ella, son desterrados, son miserables, y son los que deben sufrir. Esta sociedad basada en ser clones, en ser iguales, donde las diferencias en cualquier contexto son un tabú, que debe ser destruido. ¿Es la igualdad y la falta de opinión algo para hacernos sentir orgullosos y superiores? NO. Desde que era un pequeño infante, mis padres, los maestros y un gran número de adultos tomaban mi forma de ser, mis pensamientos, mis opiniones, y lo moldeaban de la forma en que la sociedad quería. Intentaron cambiarme, moldearme, como hicieron con la mayoría de niños en el mundo.
La soledad que viví durante tantos años por manifestarme ante los clones, luego se volvió en una voz, una voz que demasiada gente escuchó, y quería seguir. Esa voz era yo, yo manifestando mi manera de ser sin importarme lo que los clones me harían. Esa voz se volvió algo más notable, y esto no le gustó a varias personas. Estas personas son aquellas que mantenían el orden, y, cuando vieron que una simple voz destruyó un poco de este orden, estas personas atacaron a quien comenzó esa voz, que no era solo una persona, eran más, miles de más. Al ser una persona "rebelde" desde mi niñez, estas personas decidieron que era mi culpa, y sí, era mi culpa. No tenía la intención de que mi voz creciera, pero SÍ tenía la intención de ser yo mismo y de luchar contra los que me retenían en alguien quien yo no era.
Se abre la oxidada puerta de metal. Pero no volteo a mirarla, me concentro en respirar y tomar este caliente aire del amanecer, no quiero llegar titiritando a mi ejecución y quiero que el último aire que exhale anuncie el amanecer o el principio, no solo de este día, sino que de una nueva etapa, donde estas personas crean que la cabeza de una rebelión ha muerto al igual que la rebelión en sí, pero aquellas personas que hacen que la voz crezca, prometieron que con mi muerte, empezará la verdadera rebelión.
Unas firmes manos me agarran y me tiran de la silla, obligándome a levantarme. Jalan con fuerza de mí, quieren que camine rápido. Los pasillos blancos, la gente con batas blancas al igual que las paredes, las enfermeras controlando con tranquilizantes a cada hombre o mujer que se quedaron mirándome y me hicieron un gesto de honor. ¿Cómo pueden pensar que aquellos con ideas diferentes están enloquecidos? Son simplemente ignorantes, pienso. Paso por varias puertas, pero las últimas me llevan al aire libre. Hay fotógrafos, reporteros y cámaras de televisión grabándome. ¿Ahora a la sociedad le alimenta la muerte de aquellos que decidieron no ser clones? Y yo pensé que no podía empeorar más..
Hasta ahora no he bajado la mirada, mi mirada permanece firme ante mi decisión de morir por ser quien yo soy. Las personas que me jalaron me dejan parado en una parte en mitad de este lugar que parece un patio. La cabeza de estas personas habla sobre mi mal comportamiento, sobre que soy un gusano, un animal, un ser no-pensante, un estúpido, un idiota, un retrasado, un miserable que no merece vivir. ¿Ser quien yo soy es malo? No cometí ningún asesinato, robo, violación o crimen en mi vida, solo decidí ser yo mismo, ¿es así de malo?.
La cabeza de estas personas, o el líder de esta sociedad acaba con su discurso. Siete hombres con armas se ponen en frente de mí, y me apuntan con sus máquinas asesinas. Me doy cuenta de que desde el primer momento en el que me obligaron a cambiar mis ideas, mi personalidad y mi forma de pensar para encajar, me crearon una herida, que a lo largo de los años no ha curado. Por todas las veces que intentaron que fuera uno de los clones, esta herida se abría y se abrí cada vez más. Sé que cuando muera, esta herida seguirá abierta, y no sanará hasta que La voz triunfe sobre el mal, en ese día esta herida sanará y descansaré en paz.
Ahora solo cierro los ojos, exhalo mi último aliento del amancer y siento como cada bala me acaba, y, como el ser yo mismo me lleva a la muerte. |