Para algunos un camino, para otros una meta, un desafío, una ilusión, una esperanza...
Otros están convencidos de que la felicidad es un estado, un estado que debemos encontrar en algún rincón de nuestro ser debe estar escondido, esperándonos...
Pero hay quienes afirman con toda certeza que la felicidad está hecha de momentos y que si los sumamos, realmente ese sería el tiempo vivido...
¿Qué hay del dolor? ¿Nada nos deja?
Podemos ver la felicidad descansando en muchos sitios, acompañando paisajes, rostros, miradas, situaciones...
Volver de una noche fria y taparse hasta la cabeza...
Viajar mientras el viento golpea nuestro cabello...
Puede ser que la felicidad esté hecha de momentos y de recuerdos, como aquél día en creímos que los reyes nos trajeron una bici...
Ese día que sentiste que el corazón te latía intensa y verdaderamente al ver su sonrisa...
Una tarde o noche con amigos o amigas...
Risas mezcladas con llantos..
El día en que te tocó buscar trabajo y explorar ese mundo de adultos, lleno de edificios y avenidas que parecían gigantes mientras tu figura se perdía entre la multitud...
La esperanza encontrada al recibir esa carta o ese email que tanto ansiabas...
Ese momento en el que aprendiste que la soledad y el silencio pueden ser necesarios y confortables...
Aquella charla, con aquella persona, tomando sus manos, desnudando tu alma...
Y qué mas? Tanto más como el mundo que habita en cada uno de nosotros...
¿Pero qué pasa cuando la rutina y las obligaciones nos hacen creer que la vida está llena de compromisos y ya casi no hay momentos de felicidad?
Simplemente me atrevo a pensar que la felicidad también es una actitud, una hoja en blanco sin renglones, ni escrituras, simplemente en blanco para que cada uno de nosotros podamos realizar la más bella de todas las obras de arte...nuestra vida...