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Queridos amigos. Por esta ocasión no voy a escribirles un cuento divertido o un sentido poema. Voy a trascribirles la confesión de un querido amigo, ya en sus últimos inviernos, que le escuchamos en una noche de copas, amenizada con bellas canciones y vírgenes de media noche, (bellas damas de tacón dorado). Mi amigo hizo abstracción de donde estaba y a manera de dictado elaboró una carta a su hija que palabras más palabras menos.

Mi adorada de un día, cariñosa,
— ¿En qué piensas? —
—En nada… — ¿En nada, y lloras? —Es que tengo
alegre la tristeza y triste el vino.


Bécquer


Mi querida Esme

Al parecer también tú me has olvidado. ¿Y sabes qué? Tienes razón. El mundo gira y la humanidad sigue andando. Eres primero niño, todo es nuevo. La juventud empuja adelante y debe ser libre. Los padres nunca deben aferrarse a los hijos. Hay que dejarlos irse al triunfo o fracaso según su sino. ¿Y el viejo? Preguntarás. La respuesta es simple, el paso de los años es cruel, a los viejos sólo les queda dejar su lugar a los que vienen.

Recuerdas, yo también como tú fui joven, pero mi pasado con horror contemplo, mis crímenes han vuelto mi cabello blanco y mi cuerpo endeble, y aquí estoy inclinado ante tu evocación.

Sin embargo en mi juventud ardiente como el fuego nunca me sentí criminal. El mundo era mío. Profesionista exitoso, la celebridad, la fama y la riqueza venían incluso sin yo llamarlos. De niño era bueno, mi madre —tu abuela que nunca las quiso— según la costumbre me enseño a rezar. Rezos falsos que pronto para mí se convirtieron en mentira. No sé el porqué deje de creer y navegué aparentemente feliz sin creencias por el mundo.

Sin darme cuenta, quizá por aburrimiento, status o por no medir consecuencias de repente me vi con dos casas, dos mujeres. La esposa y la casa chica. Hijos en las dos partes. De repente compromisos ineludibles como la navidad, el año nuevo y no podía convertirme en dos. Sin embargo para la juventud no hay problemas insolubles. Me atiborraba de trabajo y triunfaba en mi quehacer laboral, era el único que se quedaba de guardia en los días festivos. El triunfo no se hizo esperar, llegué a la posición más alta en mi trabajo y desde luego la riqueza me acompañó.

Tres hijas, tú entre ellas, adornaban el segundo hogar, no hubo problema mientras fueron pequeñas, pero al crecer y darse cuenta de la doble vida de tu padre los problemas empezaron, las recriminaciones, y de repente se volvió un infierno la convivencia. Las dejé físicamente, pero siempre y eso tú lo sabes las ayudé económicamente hasta que la más pequeña que fuiste tú terminó la universidad.

Aquél que gana mucho dinero piensa que todo puede resolverse con el uso adecuado del dinero. Ese fue mi caso, a mis tres hijas les costeé su educación y tengo el orgullo de que las tres son profesionistas. Y después ustedes tres viven mal que bien su vida independiente.

El tiempo que añade años en la vida de los humanos volvió ridícula mi historia, con la terrible vejez y la competencia en los negocios fácilmente fui desplazado y me dieron una medalla conmemorativa en mi jubilación, con un suspiro de alivio en mis jefes por haberse desembarazado de mi persona.

Cuando estás viejo más necesitas del amor de los tuyos pero a mí me fue negado, con toda razón. No se puede transgredir las buenas costumbres sin pagar las consecuencias. Pasaron muchos años sin tener contacto con ustedes. La sangre llama dicen y hace pocos años las volví a buscar, una búsqueda virtual por la tecnología moderna: el correo electrónico. De mala gana tu hermana mayor me contestó hasta que aburrida me escribió: “papá si de veras me quieres..., ya no me busques”, le contesté “de acuerdo”. Tu otra hermana ni en el mundo me hizo.

En cuanto a ti, pensé que habíamos desarrollado una amistad sincera. Fue triste cuando el tiempo pasó y ya no te preocupaste por estar en contacto conmigo. Pero, quiero que no te mortifiques como te dije al principio los jóvenes deben salir adelante dejando atrás a los viejos y más si estos fueron pecadores como yo.

Ahora me enfrento ante el dilema de la vida, sin dios, y esperando la partida a la nada. Con el convencimiento absoluto de que:

“Los desmanes que se hacen de joven se pagan cuando se es viejo”

Lo bueno mi querida niña es que tú nunca leerás esta carta.

Tu papá que te quiere y no te olvida

Yo

Texto agregado el 18-01-2013, y leído por 264 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
24-05-2013 ella tiene que leer esa carta. jaeltete
19-01-2013 Tu protagonista está triste más que nada porque esta al final de su vida, pero ya vivió y al parecer intensamente. Feliz él. Ya que “una juventud desmadrosa es un gran consuelo en la vejez”. Eres un excelente escritor. Un saludo terryloki
18-01-2013 hola amigo. y si no se hicieron desmanez... creo qe la vejez no es un castigo, sino el ciclo normal de la vida. además siempre brlla el sol y acaricia el viento, un abrazo hermano!!!!!!! cinco aullidos tristes yar
 
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