RELATO CORTO; LA SEÑORA EMPENACHADA
Aquella señora gorda, y ridículamente vestida, llevaba, por sombrero, una empenachada,
de plumas de los colores mas chillones, que había visto.
Sentada en el patio de butacas, con ese sombrero estrafalario, hacia imposible ver la obra
desde cualquier sitio que no fuera estar en un palco, por encima de aquella cabeza.
Viéndola mover la cabeza de un lado para otro, me imaginaba estando en el monte, cual
cazador montaraz, en busca de un ave exótica, escopeta en mano dispuesta a quitar de una perdigonada, esa cabeza, de aquel bello paisaje.
Histérico me levante de la butaca y salí al pasillo del teatro, a fumarme un cigarrillo.
No paraba de andar, de un lado para otro, y de preguntarme que hacia yo allí, soportando
las plumas de ese sombrero ridículo, a esa señora gorda, y esa obra de autor desconocido.
Que fuera, buena, ò mala, no podría disfrutar debido, al problema de la cabeza empenachada
de la señora gorda, que no paraba de mover la cabeza.
Decidido me dirigí, al asiento que ocupaba, dispuesto, a solventar aquel problema, de la
única forma que podía hacerlo. Terminada la obra, alguien me zarandeo, y dijo;
_ ¡¡Disculpe señor,!! la obra ha terminado... Se ha quedado usted dormido. aquella
voz inoportuna me había despertado en el momento, mas feliz de mi sueño.
Viendo que otra cosa no podía hacer que marcharme ò soportar aquel horroroso sombrero
en algún momento de la obra, me debí quedar dormido.
Aunque el sueño, fue corto lo último que recuerdo, era como canana en cintura, y escopeta
en mano disparaba a la cabeza de aquella señora, gorda empenachada, sus malditas plumas.
Y a toda cabeza, con plumas que en el sueño se me aparecía.
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