La Bruja de Goma
Con la puntualidad que llega la noche mis padres y hermanas sentados alrededor de la mesa grande cumplíamos con el ritual de todos los días ,la cena , siempre comidas sencillas y rápidas, que calmaban nuestro apetito , mi madre iba y venia desde la cocina, llevando los platos con comida, a veces nos servía desde la misma fuente, en amoroso silencio.
Los chicos no participábamos de la charla, podía darse según el día de la semana alguna pregunta o comentario de la escuela, sobre las obligaciones y deberes comunes a esa edad .
La radio eterna compañía dejaba escuchar la voz del locutor, un tango, o si coincidía con la hora el clásico informativo de Alpargatas ,este acaparaba la atención.
Mi padre conversaba distraídamente con mi madre sobre cosas de su trabajo, o lo que se decía en la calle, que fulano había hecho un negocio o que el vecino lo había invitado a pescar. Mi madre en silencio asentía , mechando a veces comentarios de su propia cosecha.
Nosotros comíamos atentos y resignados , ya se tratara de una sopa o guiso, o una deliciosa milanesa con crujientes papas fritas y huevos . Cuando esto ocurría nos mirábamos cómplices comparando las porciones que nos habían tocado, intentando determinar a quién le había tocado la más grande ,o a veces alguno estiraba la preciada yema con gesto de glotonería ,para después untar el pan que se convertía así en un envidiable bocado.
A veces teníamos un cierre con postre, se podía tratar de un trozo de queso con higos en almíbar, media manzana, o una mandarina.
Concluida la cena nos mirábamos satisfechos esperando la orden o la recomendación para levantarnos de la mesa e irnos a la cama, saludábamos a papá con un beso y nos turnábamos para usar el baño, lavarnos los dientes y hacer pis, después cada uno a su dormitorio donde nos poníamos la ropa de dormir y al sobre.
Mamá pasaba después por los cuartos para arroparnos, haciendo algún comentario cariñoso y dándonos un cálido beso ,luego apagaba la luz y salía lentamente.
Era a partir de este momento, después del cierre de la puerta que los ruidos se diluían, dejando paso a un silencio cómplice que comenzaba a cubrirlo todo, iniciándose así todas las noches mi odisea.
La imposición de acostarse no era fácil de cumplir, yo esperaba ese momento con temor ,me resultaba indeseable y me avergonzaba decirlo, mantenía la férrea voluntad de no comentar a mis hermanas o mis padres lo que todas las noches pasaba en mi cuarto.
Con las luces apagadas y dentro de la cama, me quedaba quieto, inerte, no hacia ruido ni movimientos, las sombras bajaban agotando la las luces que aun podían filtrarse por los huecos de la puerta o la ventana ,todo contribuía a un opresivo silencio, haciendo ese momento el mas angustiante.
Asi la noche entraba sin permiso a mi alcoba, inundando todo con su misterio de invisibles formas.
Mi cabeza comenzaba a hervir frenéticamente, haciendo casi palpable la imagen que ante mí se aparecía, era una sombra fusiforme e indefinible, de cavernosa apariencia que surgía desde la profundidad del cuarto, detrás de ella mas sombras que se me ocurrían de un bosque desde el que llegaban indescifrables señales.
Sentía aterrorizado que alguien o algo tironeaba de mis pies con suave firmeza, mi cuerpo rígido parecía flotar, la transpiración fluía al ritmo que los latidos de mi corazón, Todo hacia que me sintiera tenso y agarrotado , brazos y piernas las sentía pesadas como si fueran de plomo.
Ante este cuadro del que me era imposible huir, las sombras se hacían más cercanas , ahora veía a través de ellas , los ondulantes movimientos de la extraña aparición ,hacían que cerrara mis ojos hasta el dolor ,en un vano intento de no ver.
Ella había llegado una vez más, allí a los pies de la cama aparecía amenazante, su contorno lo asemejaba como al de una campana alargada , podía ver los bordes de su vestimenta, eran simétricos y definidos, como queriendo enmarcarse en un fondo, el que se parecia a un dobladillo prolijamente confeccionado.
Flotando, colgada del aire, avanzaba amenazante sobre mi cama, en la parte superior del cuerpo se destacaba su cabeza con dos enormes agujeros a modo de ojos, patéticos en una ausente mirada, que convertía así la profundidad de la noche, en un insoslayable y negro abismo
Su cuerpo ondulaba de aquí para allá , de arriba hacia abajo, no paraba de moverse , sin emitir sonido alguno , solo estaba allí , siempre al borde de mi cama , sin tocarme ni dejar de mirarme , mudos gritos escapaban del hueco de su boca , solo allí ,estaba ella, la figura amenazante.
Mi terror me hacia mas chiquito, me acurrucaba mas y mas en la cama, quería desaparecer, no estar frente a esa mirada vacía, a esos movimientos amenazantes, me refugiaba en mi y pronunciaba silenciosos rezos, angustiosas plegarias a imaginarios dioses, los que todopoderosos, habrían de llegar hasta mi para salvarme y protegerme, ellos harían retroceder hasta perderse en la oscuridad, al tan temido personaje.
La lucha continuaba en un tiempo sin tiempo, donde pesados minutos tomaban otra dimensión, solo se perfilaban intangibles cuando llegaba el fin de la contienda.
Agotada mi resistencia caía en un profundo sueño, del que me despertaba a la mañana siguiente, con algunas secuelas, las que recordaría a través del tiempo, estas entonces para mí no tenían explicación.
La presencia de ese extraño personaje, al cual denomine “La bruja de goma”, me acompañaría en el mas profundo secreto, tantas noches de mi infancia.
Memorias de mi infancia
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