Esa mirada…
Cerró los ojos asustada ante lo extraño de la situación, no estaba muy segura de lo que había pasado, pestañeó dos veces haber si se repetía, pero nada, así que supuso que había sido producto de su imaginación, se enfrascó en la cuadratura que la tenía pegada hace media hora y entonces volvió ocurrir… Se levantó sobresaltada haciendo que la silla callera al piso.
Apretó los ojos buscando la pared detrás de sí, respiró profundo se puso los lentes a tientas, una gota de sudor rodó por una de sus sienes. ¿Qué era esto que le estaba pasando? Dejó todo tirado, literalmente, y salió del edificio lo más rápido que pudo.
Se encerró en su departamento sin saber qué hacer, asustada no se atrevía ni siquiera a hablar y menos a pestañear, cuando por fin su respiración dejó de ahogarla, apretada aún contra el silloncito donde acostumbraba a leer, sus ojos hicieron lo que tanto temía repetir desde hacía un par de horas, fijó la mirada en el florero sobre la mesita de la entrada y este de forma instantánea se convirtió en hielo, el que luego por efecto del calor comenzó a gotear derritiéndose lentamente.
Era verdad! ella lo provocaba!, el terror la invadió nuevamente, su corazón galopaba como un loco haciéndole ganadora de un posible infarto. Su cabeza trataba de analizar cómo había llegado a esto, pero no podía entenderlo, hizo un click en su mente al darse cuenta que no pasaba todo el tiempo, el florero estaba ya casi convertido en agua y no había cambiado ninguna otra cosa de la casa hasta el momento, por lo menos habían pasado 15 minutos. Tendría ella el control?, o sería por límites de tiempo? Tenía que descubrirlo, experimentar, era la única forma.
Miró el reloj en la pared y este se convirtió en hielo instantáneo, miró la alfombra y nada, una silla, tampoco; la mesita de centro y esa sí de inmediato, cual era la clave! Gimió... por favor antes que la ansiedad me mate!, miró de nuevo hasta la pequeña mesa con patas metálicas y cubierta de vidrio y lo entendió, era el metal o el vidrio, uno de los dos o ambos quizás, la madera nada, el plástico nada.
Se sentó en el piso con la cabeza entre las piernas tratando de recuperar la cordura y entonces pensó que quizás podría hacerle daño a las personas…., si era el metal o el vidrio, había relojes, pulseras, aretes, lentes, collares con cuencas de vidrio, marcapasos, tornillos que corregían huesos… el espectro era inmenso y el panorama la horrorizó, se hundió mas en el piso, sin atreverse a nada, con las manos y los ojos apretados.
Y si se miraba al espejo?, se levantó de la posición de defensa contra sí misma, con sus últimas gotas de valentía decidida a enfrenar la situación. Dentro de lo extremo y de lo absurdo que era todo, recordó esa frase de que “hay miradas que matan”, pero en su caso la frasecita era bastante literal. Se acercó al espejo del pasillo, el mismo al que le modelaba en las mañanas antes de salir de casa, con los ojos cerrados, siguió sus bordes con la punta de los dedos, tomó distancia primero del lago de sus brazos y luego más atrás, casi rozando la pared con la espalda, para tener la visión de cuerpo completo, sería el espejo o ella? Recordó sus aretes y sus lentes, se retiró ambas cosa rápidamente. Cuanto rato estuvo allí temerosa, sudando el desasosiego, deseosa de suplicar aterrada, pero debía saber que pasaba o viviría con miedo. Abrió los ojos lento… lento, como desenredando las pestañas, dejando que la luz y el reflejo penetraran despacito y entonces fijó la mirada…
Solo la humedad y el frío le dieron la pauta del resultado, quiso gritar pero ya no había nada… solo hielo y luego agua.
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