Dos amigos rusos cuarentones, llegan a Lima, escapando de sus "Hollydays" y de los casi 2 metros de nieve que los pondrían aún más blancos. Dejan atrás la fría Moscú, la Catedral de San Basilio, la familia, el buen vodka y a la Sharapova.
Llegan a una ciudad que por estos tiempos alcanza los 32°C. La calentura no solo está en el ambiente, sino en toda la masculinidad de Andrei y Oleg..., quienes aventureros en tierras extranjeras esperan encontrar buen sexo en la ciudad capital y dar rienda suelta a sus sátiros deseos.
Minutos atrás, otros dos amigos, más jóvenes, peruanos ellos, se encuentran en una calle miraflorina, con la única finalidad de “dar una vuelta” (véase cenar, tomar cerveza, ligar con chicas, cosas de la edad) y divertirse un sábado por la noche -van andando-.
Probablemente cuando el reloj marcaba las 21:30, Oleg se decide e intercepta a dos muchachos desconocidos que pasan caminando por su lado en aquella esquina; estos amablemente se detienen (total, solo están dando una vuelta) y curiosos tratan de entender el pobre inglés del moscovita quién histriónico trata de comunicarse.
Andrei al notar el ridículo de su amigo, estimulado atina a decir: ¡PROSTITUTES! (suena algo así como “PROSTITIUS”).
Los jóvenes sonríen y al fin entienden el deseo de los turistas. Uno de ellos que parece el más hiperactivo, luego de intentar sostener una conversación imposible con los europeos, los guía al mismo parque dónde la noche sabatina empieza a descoserse y es posible encontrar todo tipo de estupefacientes, aventuras y personajes; desde luego que “PROSTITIUS” también.
Durante el trayecto, Andrei actúa tan instintivo como los mandriles del especial de la National Geographic sobre el “Apareamiento Primate”…sus ojos saltarines desvisten las diminutas prendas que, por cuestión del clima las mujeres visten por esta época.
Luego de dar vueltas y desilusionados, por la falta de acción, los rusos utilizan su idioma impronunciables para el par de jóvenes, quienes comienzan a hacerse una idea más clara de a dónde llevarlos.
El más callado sugiere llevarlos a un prostíbulo, el otro de acuerdo con la idea logra la explicación a modo de charada. La comunicación es complicada, dos lenguas maternas totalmente disímiles y el paupérrimo inglés como punto de inflexión.
Andrei se muestra preocupado y cauteloso, sin duda la idea de subir a un taxi con dos perfectos desconocidos en un país donde la tasa de delincuencia es elevadísima no le hace gracia; por el contrario Oleg se muestra más amigable e intentaba persuadir a su amigo, cosa que finalmente consigue.
La pareja local piensa que no sería mala idea que ese par de “colorados calentones”, les fungiesen de “padrinos” y puedan terminar celebrándoles un bacanal el cual contarían como vívida anécdota, en alguna reunión. Sonríen, celebran, se burlan de los lascivos Andrei y Oleg quienes al fin luego del sombrío viaje, bajan del taxi y quedan iluminados por el aparatoso neón fosforescente en forma de mujer. El mismo que les da la bienvenida a una de las muchas caras que tienen las grandes ciudades. Es otra Lima, es Lima “la Rosa”, es Lima la “PROSTITIUS”. |