De cuando en cuando aparecen en esta página seres que parecen portar el estandarte de la alegría. Son personajes proactivos, que se entregan con devoción a la tarea inmensa de hacerse conocidos a punta de carisma y talento, comentando con generosidad a diestra y siniestra, siendo positivos en sus comentarios, pero sin caer en el halago fácil.
Es el caso de Yar, un hombre de gran postura, lector acérrimo, que ha sabido extraer de cada página leída, lo más rescatable, para ponerlo en práctica acá, dándose a conocer por su gentileza y gran habilidad para expresar sus ideas, ya sea en poemas o relatos fantásticos. Es uno que tiene la inteligencia de darse a conocer de manera tal que aceptamos su transparencia, su desinhibición y grandeza.
Uno se queda con la impresión de que el hombre es de verdad y no una invención cibernética, un ser que poco oculta y mucho expresa, que demuestra siempre un entusiasmo que parece demasiada gentileza cuando comenta nuestros relatos, pero, ¿que cosa no nos alienta más que unas palabras entusiastas para nuestros trabajos? Aún más, si lo rubrica todo con un aullido que viene a ser lúdico sucedáneo de las consabidas estrellas.
Lo que más nos hace soñar, es esa post data suya que precisa que su fuente de inspiración se encuentra al pie del volcan Xinantecatl. He revisado en Google las imágenes de dicho coloso y pienso que, parafraseando a Neruda, podría escribir los versos más sublimes bajo ese fascinante paisaje.
En suma, Yar, Ray, o como quiera que se llame, ha llegado para entregarnos a cada uno de nosotros una cuota de cordial frescura y alegría y el agregado valioso de motivarnos para creernos un poco mejor de lo que somos, lo que no es tan común que suceda y aún más, que se nos provea así, tan gratuitamente…
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