En ésta parte del mundo es verano, es de tarde, casi distraída miro por la ventana, descansando de horas de agua, cuando veo un pájaro parado en un cable que cruza el cielo.
Está solitario, quieto. Al poco tiempo otro pájaro de su misma especie, llega a su lado. El recién llegado hace cantidad de volteretas a su alrededor, volando y posándose cerca suyo. El primero permanece inmutable.
El recién llegado insiste, parece contento, creo que le dice, ven vamos a dar un paseo o algo así, pero el primero permanece en su postura. Ni se mueve.
El recién llegado entonces toma distancia, como de dos metros del primero, y lo imita, se queda quieto, esperándolo, tal vez.
Pasan largo rato así. Como es mi costumbre, perdiendo el tiempo mirando al cielo, con ellos, espero algo también. Creo que el recién llegado comprendió al primero y le respetó su soledad, aguardándolo. El sol casi cae, la luz ha disminuido, y una brisa tenue comienza a mover el cable.
El recién llegado emprendió entonces el vuelo, no sin antes dar una mirada a su compañero.
El primero se ha quedado solo. Me distraje cebando un último mate, cuando al levantar la vista ya no estaba.
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