Narran en cierto cuento una anécdota que le sucedió a un señor estando en su trabajo. El regresaba de la oficina a su casa. Al llegar a la estación compró, como siempre, un billete de metro, pero al pagar se llevó una sorpresa. La chica que le atendía, con una sonrisa tímida, le respondió: el hombre se quedó de una pieza. Pregunto el porqué. respondió la chica desde el otro lado del cristal. ¿Acaso recordaba su rostro? ¿Conocíaquién era? Nada de eso. La chica ni siquiera había estado el día anterior; pero una compañera le había dicho por la mañana: con esta referencia, la muchacha en turno supo puntualmente de quien de trataba.
Una hermosa experiencia que hace brillar la nobleza de un corazón. Sin embargo, esta misma luz pone de manifiesto la oscuridad de tantas personas que han olvidado ya ser amables con los demás. ¡Cuántas personas pasarían por aquellas taquillas del metro madrileño! Y solo una de ellas era inconfundible porque era >.
En la cultura que se ha ido imponiendo en nuestros días parece que ser amale es ser amilanado, débil, o simplemente tonto. Expresiones que denotan respeto y educación se evitan, ya que el usarlas nos haría quedar mal delante de nuestro “círculo de amistades”.
Si le doy agracias al mesero que me sirve la mesa dejaría entrever que estoy necesitado de su servicio. Como en todos los casos implica una degradación de nuestra grande personalidad, mejor no usarlas para poder aparecer como alguien fuerte y seguro de si mismo.
Ser malo no es sinónimo de falta de reciedumbre. Todo lo contrario, produce más admiración y gratitud quien dice: que quien simplemente se echa a un lado para quitarse de enfrente de la puerta. Ser cordial indica mayor entereza y dominio que poner un rostro frio de absoluta indiferencia. El “duro” se hace respetar, el cortes es respetado por lo que es.
Siempre tenemos cientos de oportunidades para ser amables con los demás. Basta pensar que, cada mañana, podemos decir a nuestros padres , a nuestro cónyuge, a nuestros hijos , a los compañeros de oficina o al conductor de autobús .
Ceder el asiento en el metro a una señora o a un anciano se puede hacer con facilidad. Desear un buen día de trabajo al mesero de nuestro café preferida no cuesta mucho. Oportunidades. (El camino)
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