Voy a relatar tres experiencias tal y como me fueron contadas por sus participantes. Llamemos Ana a una persona sobrina de una familia distinguida de caballistas y narcotraficantes de primerísima línea del cartel de Medellín. Sus tíos viviendo en medio del derroche más absoluto y ella viviendo en un cuartito sin pintar en un pueblecito cordillerano y tazando la comida y con la incertidumbre de que comer mañana. Su impotencia y su angustia se acrecentaban recordando que sus tíos y primos encendían habanos con billetes de cien dólares, que los billetes no se contaban sino que se pesaban por toneladas en balanzas de precisión y la imagen de ver a un empleado paliando billetes con una garlancha que recuerda el tocado de la cabeza de ciertas monjas. Ella, cada vez más, se proponía llamar al demonio. Había oído decir que uno le vendía el alma y él le entregaba, de manera expedita, lo que se le pidiera. Se tropezaba con un problema y era que no sabía cómo hacerlo, es decir, desconocía los protocolos. Sin embargo mientras descansaba siempre pensaba en ello y suplicaba que se le apareciera pero de alguna manera rogaba que no fuera muy aterrador. Un día y de manera inesperada se materializó un hombre moreno de una personalidad encantadora de esos que cualquier mujer diría que es una belleza de hombre. Le dijo:-aquí me tienes. ¡Vengo a darte lo que me pidas! Eso sí necesito que… y sacó un pene bastante considerable… Ella lo dudó…finalmente le dijo que no. Él se sentó con su pene muy erecto en una silla mecedora y cogió una revista de un revistero y empezó a ojearla mientras le decía.- ¡Estoy esperando que te decidas!...Ella le dijo que no y el desapareció tal y como llegó. Le advirtió que nunca más lo llamase.
José A. es un amigo economista más varado que corcho en remolino. La mujer lo sostiene y el busca trabajo pero no le resulta. Vive obsesionado sacando guacas de indios para enriquecerse algún día. Enriquecerse ha sido su obsesión pero al mismo tiempo es dueño de una moral impecable. Un amigo le dijo: ¡vamos a Córdoba que allá hay un señor que le compone la suerte, es buenísimo para ello! Se fueron y llegaron a una finca colindante con el pueblo. Encontraron a un hombre mal aspectado quien los recibió amablemente. Le planteó que para arreglarle la suerte había que llamar al patrón. Que si no le daba miedo él lo llamaba y entonces hacía un pacto con él y asunto concluido. José acepto y entonces el oficiante utilizó los protocolos y apareció un hombre común y corriente.-José, le dijo, usted vive muy pobre y le gustan mucho los tesoros. Hagamos el pacto y te entrego uno aquí cerca que puedes sacar fácilmente y con el puedes comprar todo el Quindío y te sobra dinero. José se negó y él se despidió y se fue.
Estando en Salento que es un municipio ubicado a unos 2000 metros sobre el nivel del mar en Colombia un hombre relataba lo siguiente:
- A mí me ha gustado mirar y conocer de todo. Un día un amigo me dijo que yo con tanta presencia física no se justificaba que viviera tan pobre y sin hembras, Que a mí me deberían sobrar las mujeres. Que eso tenía remedio que fueran a visitar a Juan. Juan me invitó, junto con otro candidato a hacer un ritual en un monte a medianoche.
- Nos metimos en el monte llevando un gato negro y una olla grande para cocinarlo vivo. Ese es uno de los protocolos para hacer el pacto aunque no el único de ellos.- Comenzó don juan a cocinar el gato habiendo amarrado la tapa de la olla y el animalito chillaba y arañaba sin cesar. Cundo terminó de cocinarlo lo sacó y lo puso a enfriar. Mientras tanto el candidato y yo nos hacíamos señas a hurtadillas y nos reíamos pero con la boca del estómago. Dijo don Juan- Comencemos. …yo arranco un hueso y pregunto…¿Este? Si no recibo contestación lo arrojo hacia atrás sin mirar. Cuando me conteste cojo el hueso y lo guardo porque ese es el hueso del pacto y entonces aparece el demonio y se hace el pacto. Continúo arrancando huesos y preguntando hasta que le contestaron… ¡ese! Se nos erizaron los pelos. Se sintió como si viniera una partida de cien novillos por el monte quebrando palos y avanzando. Hasta allí llegó el pacto. Corrimos mientras Juan nos llamaba suplicantes.
En realidad esas criaturas espirituales llamados demonios son extraterrestres que dominan el mundo físico y tienen la capacidad de materializarse en la forma que lo deseen y como saben que el humano es un ser espiritual hacen pactos con él para frenar el desarrollo de el a cambio de prebendas del mundo físico. Es común ver a empresarios, religiosos, políticos, artistas, cantantes haciendo pactos con demonios. Un amigo mío, sacristán de iglesia y saca micas del cura cuando le pregunté por el pacto con el demonio que él había realizado se aterrorizó porque tenía la idea que el demonio se le aparecía en forma de persona conocida a pedir lo suyo. Pese a que me había visto crecer porque era amigo de mi padre me cogió el terror más grande. En carretera lo encontré en medio de un aguacero y se negó a montarse en mi carro. Me contó que ese pacto le había servido de ruina porque a pesar de haberse ganado tres grandes loterías no sabía cómo las había dilapidado. Ahora viejo, enfermo y pobre estaba desesperado. |