¿Y todas las cosas que nos quedaban por hacer, Lulú?
¿Con quién las hago? ¿Con quién me hago de un “yo” un “nos”?
Ya no me sé si tristemente feliz o felizmente triste,
Esta humedad que me tiene adherido al sofá de la sala, Lulú.
Me estoy tomando el alma alimentando las brazas del extrañarte excusas para no pensarte,
Siempre andas por aquí, Lulú, en todas partes,
Desde el cajón sin manija que parece estar tuerto en la cocina,
Hasta la cicatriz en la barbilla que me regalaste tratando de rasurarme.
Tu arete de plumilla, tu perfume de princesa y tus Julietas que ya parecen enredaderas,
Aquí está todo, aquí estoy yo, pero ¿dónde estás tú, Lulú?
No puedo solo, no puedo así, me rehúso a querer así siquiera.
¿Cómo se deja algo que está a una Lulú de ser perfecto?
Tus risas siguen haciendo eco por toda la casa, Lulú,
Tus quejas de niña regañada, tus miradas de furia adolecente,
Tus mañanas llenas de cantos perfectamente fuera de tono.
Y las manecillas del reloj repartiendo citas a tus memorias por minuto.
Y es que esto de llevarte en el pecho es como estar en el metro de París,
Se me parte el alma cada vez que una memoria se baja del vagón.
Siempre se sube una nueva y aun así duele cada una que se va,
Es una tortura el recordarte de parada en parada.
El atreverme a poner un alto es como pedir queso parmesano para la pizza en Roma,
Vaya tarado que me sentí, y tú, de la silla al piso en una carcajada.
Qué joda sería tratar de ser perfecto con alguien si no es contigo,
Aunque sólo por tu risa valía la pena coleccionar errores, Lulú.
Me siento en el centro del jardín a ver todo lo que te veía en las mañanas,
Todos cabizbajos, sin ganas de nada sin ti, Lulú.
Ahora qué, Lulú… Es como si todos estuvieran cruzados de brazos,
Nadie quiere seguir jugando si no juega Lulú,
El reloj cruza sus manecillas y se guarda las memorias,
No hace más hasta que vuelva Lulú.
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