De pequeño hablaba con el espejo,
le decía que me dejase pasar al otro lado
para convertirme en héroe imitando a la
Bella Alicia.
Jugué a ser brujo, hacía pócimas mágicas
con las frutas que traía mi madre del mercado.
Quise ser astronauta, violinista, médico
mago, cazador, y alquimista..
Robé un beso, confundí los sentimientos,
tomé un camino errado y sigo andando
en las tinieblas perpetuas.
Raspé el fondo de la olla donde mi madre
cocinaba la mazamorra morada.
Me corté un dedo y grité de dolor…
al querer ayudar a mi madre en la cocina.
Traté de relegar mi primer amor
y descubrí que era irrealizable.
Subí subrepticiamente a la azotea
para asir radiantes estrellas. ,
Hice juramentos eternos,
a las chicas que tocaron mi alma.
Escribí en el muro de la escuela
insultando al malo profesor.
Huí de mi casa para siempre…
y volví en un soplo.
Vi correr a los años, y con ellos
a mis seres queridos transformarse
en mayores.
Dejé las aulas sanmarquinas,
los gritos revolucionarios, ese
todo debe de cambiar.
Miré la ciudad desde arriba y
la vi llorando por sus hijos que mueren
día a día sin esperanza alguna.
Me enamoré y creí que era para siempre,
¡Qué locura la mía!
Que…
Me acosté en la hierba hasta ver salir la aurora
y mis ojos vieron el cambio de la luna por el sol.
Lloré por ver familiares partir y luego descubrí
que llegaron otros nuevos y que mis sienes se
poblaban del blanco de las nieves.
Que la vida es un ir y venir permanente.
Fueron tantas cosas que hice,
tantos momentos, buenos y malos
que ahora se los cuento antes que venga
la muerte que, siempre está acechando
tal como lobo hambriento
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