Soy una madeja, enrevesada, difícil, compacta y aún así creada a partir de un hilo fino, suave y simple, sacado de la materia más pura que habita en la Naturaleza. Filamento que se deslizaba en su origen con movimiento sinuoso y alterno, como buscando un camino y siendo a su vez ese camino que, sin pretenderlo, se fue anudando en sí mismo.
Camino de meandros, codos y recovecos; de direcciones que perdieron el sentido. Obligado por circunstancias que actuaron como sendero invisible e intangible, que me movían con fuerza gravitatoria, mayúscula, de esas que aceptas al no poder comprender ni explicar; de las que terminan retorciéndote entre placeres y dolores, con los vaivenes pendulares y elípticos de lo indomable, de lo no predecible, de casi todo.
Todo el tiempo empleado concluyó en este resultado. No me mires así, no tengo toda la culpa, aún así acepto la crítica. Si te atreves a juzgar seré valiente para escucharte. Aunque no es definitivo, pues una persona no es sólo las decisiones que ha tomado sino lo que le queda por hacer. |