UNO
Sonrió, casi rió. Esos tipos del ordenador, como ella los llamaba, eran la monda. Tenían la capacidad para provocarle la sonrisa que a veces le faltaba, el punto exacto de ironía, sin malentendidos, sin malos rollos, especialmente el que se hacía llamar Harrison. Nunca antes hubiera pensado que se pudiera llegar a conocer tanto a alguien sin ni siquiera haberlo visto. Una hora después había quedado con él en un café del centro. Sería su primer encuentro con un desconocido, desconocido pero tan cercano desde hacía varias semanas ya.
Cerró el messenger, apagó el sistema y se dirigió al cuarto de baño. Se repasó el carmín, lo llevaba desde por la mañana y ya no estaba bien. Se puso los zapatos, un poco de tacón, y salió de casa.
Mientras esperaba el ascensor el vecino de la puerta C salió. Se saludaron brevemente y bajaron juntos. Siete pisos en silencio, no le gustaba hablar del tiempo con desconocidos, no iba a caer en ese tópico rompesilencios. Se bajó en el portal. El siguió hasta el aparcamiento en el primer sótano.
DOS
Michelpeiffer eres genial, genialmente divertida... me parto de risa contigo. Tanto tiempo en la misma ciudad y sin vernos... Hay que poner remedio a esto, le había dicho. Ahora mismo. ¿Puedes? ¿Puedes tomarte un café conmigo? Un café o lo que quieras. Conmigo, claro. Y hablar, y vernos en directo, sin pantallas ni cables por el medio.
Benditos cables, benditas conexiones. Pero hoy me apetece algo menos cibernético, menos frío, un café calentito que contraste con este tiempo helador, a juego con la calidez de sus palabras. Eso espero, al menos.
Una hora, tengo tiempo de sobra para llegar al centro y pasar antes por Darío y comprar el libro del que le he hablado tanto. Para Michel mis historias favoritas.
Harrison tiene tiempo y una cierta ansiedad, algo como el miedo pero sin serlo, un gusanillo tembloroso que actúa en el estómago y otro en los dedos mientras cierra la puerta de casa, y observa por el rabillo del ojo a su vecina del séptimo D que espera el ascensor, subida en los tacones, los labios recién pintados.
Para anapolar, un mes después y tres días antes
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