Se acerca el medio día,
y a la oficina vuelve a entrar
la hija de mi jefe,
junto al misterio de sus ojos,
y la sombra de su pasado
Me mira, es el mejor momento del día,
y hasta a veces me informa
sobre mis manchones de tinta,
decora con su tristeza las insulsas paredes,
y el viejo escritorio en donde a cada momento,
espero alunado el silbido del reloj
Se va, como siempre se va,
y me deja acompañado
de la quemadura de mis pupilas
de la cálida bronca
del apretar de mis dientes
Su jefe le ordena, como completa desconocida,
igual que lo hace conmigo,
al igual que lo hace con todos,
y ella frunce el ceño y se muerde los labios,
Se traga una vez más, por completo su asco,
Como cada semana,
Como cada año
Ay! si ella supiera que en su presencia
recuerdo que afuera, aun abundan las flores
y existe otra vida,
si ella supiera que de esta puerta hacia dentro,
la hija de mi jefe es todo lo que tengo.
|