Guión posible:

Aquella mañana habría llovido. Seguramente me invitarías a sentarnos en el suelo para hablar. Yo te ofrecería mi mejor intento para disimular una sonrisa despectiva y en su lugar, me acercaría a un banco que si bien algo húmedo y frío, resulta más acorde con alguien de mi edad. Encendería un cigarrillo entonces y comienzo:

- ¿Sabes? Durante mucho tiempo temí no sobrevivir al milagro que constituyó que una chica como tú se fijara en un tipo como yo. Pero desde entonces me he esforzado mucho por derrotar tus virtudes. He estado con mujeres que derrochaban más vitalidad que tus sonrisas y correteaban con la misma alegría. Fueron pocas, por supuesto, pues se tarda en encontrar a personas que te vayan venciendo poco a poco.

Tuve también una novia con un cuerpo más hermoso que el tuyo por ejemplo. Casi lloraba cuando la veía desnuda lamentándome por anticipado a causa de los estragos que sin duda cometerá la vejez con nosotros.

En otra ocasión compartí casi dos años con alguien capaz de sacar una canción a la guitarra con sólo oírla, hablar más idiomas que tú y viajar más lejos. Necesitaba más equipaje es cierto pero al menos me permitía acompañarla.

Me llegué a casar con alguien que convertía cada día en un momento del recreo, cada caricia en cosquillas y se podía jugar con cualquier cosa. Alguna fue más hermosa, otra besó mejor, otra fue musa de más letras, y todas y cada una de ellas te fueron derrotando poco a poco, te superaron en alguna de esas cualidades que en un momento dado temí fueran capaces de asfixiarme. Sin embargo, al final de cada una de ellas seguías estando ahí, erguida, humilde, redentora.

¿Sabes? He sido capaz de olvidarte, pero no he podido ignorar las ganas que tenía de ser mejor persona a tu lado, de salvarme, y me temo que no soy un tipo que se quiera salvar solo.