El joven de cabello castaño y buen mozo, de ojos azúl esmeralda seducía a las mujeres con sus palabras románticas a penas las conocía. Era simpático, culto y las atendía a todas como a princesas; las hacía sentir renacer en cada encuentro.
Tantas veces como su corazón palpitaba por amor al encontrarlas, el enamorado vivá enamoramientos enloquecedores que le quitaban el aliento por cada una de ellas. Todas les habían brindado a él un mundo fantástico sin igual a conocer y explorar, pero asi y todo los romances no le eran duraderos. Pronto las historias llegaban a su fin en forma abrupta tornándolas tanto dramáticas como incomprensibles.
El cortejo lo hacía al ritmo propio de cada una de las mujeres y a su manera de moverse, creando asi una comunicación química y especial con cada una. Ese cotejo podía llevarle pocos o varios días y al igual que a un escorpión le sirvía de reconocimiento de la amada a quien una vez frente a frente y tomados en un cálido abrazo despertaba en ella la fantasía de un seguro paseo nupcial.
Largas noches de danzas, interminables encuentros imborrables o momentos fascinantes compartidos se tornaban igualmente irrelevantes al instante que él decidía el olvido.
Cruel se mostraba y súbitamente se alejaba antes que la danza mortal se terminara, porque él sabía muy bien que al igual que los escopiones ella al finalizarla lo devoraría... si es que éste antes no se escapa.

Mia Minmina
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