Es de noche, estoy cansada, hoy fue uno de esos días para olvidar en la oficina, la luna esta inmensa sobre la casa, instalo la manguera en la llave del lavadero, la ato con un trapo a la altura del conector para que el agua que escurra no manche el piso del cobertizo recién encerado, dejo correr el agua en las ligustrinas que crecen pegadas a la pared que separa mi casa de las de los vecinos, tomo la escoba recojo un par de basuras y luego me siento en unas de las sillas de la terracita que instalé en ese pequeño jardín, es viernes y mañana no trabajo, enciendo un cigarrillo (placer culpable y delicioso), le doy un sorbo a mi copa de pisco sour heladito y me quedo prendada de la luna y las estrellas, con la música de fondo del agua del riego, me levanto y cambio la ubicación de la manguera, para que el agua acaricie las raíces de los dos únicos árboles que me cobijan con su sombra durante el día, enero, Santiago de Chile, calor y ruido en la calle, 11 de la noche, disfruto el relajo del comienzo del fin de semana. |