8 de enero de 2013
Querida mamá:
Esta es la segunda carta que te escribo. Se que me estas leyendo desde algún lugar. Llena de flores, rodeada de verde y escuchando fluir el agua de una pequeña cascada. Así imagino el paraíso donde descansas. Sentada en la verde pradera. Jugando con un jazmín entre tus manos. Esperándome.Con tu sonrisa amplia, tus manos firmes, tu cabello oscuro y tu mirada profunda. Relajada y en paz.Pero a su vez, ansiosa por tener una infinita charla cargada del tiempo que se hizo eterno, y nos dará una tregua, para estar por fin juntas. Nos abrazaremos. Derramaremos incontables lágrimas de emoción. Con los sonidos de los pájaros que serán testigos. Testigos de que madre e hija se juntan para siempre. No importará todo el tiempo perdido. No importará la infancia de la cual no fuiste protagonista. Tu cuerpo no estuvo a mi lado, pero tu alma y tu espíritu fueron tan grandes, que jamás se movieron de mi lado. Para darme la mano cada vez que caía. Para secar mis lágrimas en los momentos mas duros. Para mirarme con la frente alta y con orgullo en cada uno de mis triunfos.
A pesar de la locura que invadió tu mente y cuerpo, a pesar de toda injusticia de la cual fue cómplice la dictadura...nada ni nadie pudo separarnos. Ni la muerte misma. Ni mi nuevo nombre. Ni mi nuevo apellido. Cuando la identidad se busca...la identidad se encuentra. Por la simple y sencilla razón que TE AMO. Ese fue el motor de mi búsqueda.
Mamá...te volveré a ver algún día...pero no todavía.
Tu hija
INES